En Colombia existen infinidad de estudios que demuestran que el conflicto armado pasa por como se ha tejido la propiedad privada de las tierras rurales y se han creado los latifundios.
El reconocimiento social y estatal es tan claro sobre este tema que el primer punto de discusión en la mesa de diálogos en Cuba entre el Gobierno y las Farc tiene que ver con el tema de tierras. También ratifica esta situación el proyecto de ley que cursa en el Congreso sobre desarrollo rural.
La propiedad de la tierra ha sido sinónimo de poder, durante años la concentración de esta ha originado desigualdades políticas, económicas y sociales, en Colombia siempre ha sido causa de grandes conflictos y su protección ha sido disculpa para que distintos grupos ilegales se armen y cometan atropellos contra campesinos, desplazamientos e inclusive masacres.
Todos los modelos económicos entienden la tierra como un factor importante de producción y dependiendo de la visión de sociedad y del arreglo político la propiedad puede ser estatal o privada, los tamaños de minifundio o latifundio, y su uso para soberanía o seguridad alimentaria. Los modelos también difieren en como se concibe el comercio entre productores y países.
Lo informado sobre los diálogos dan cuenta que uno de los temas más importantes de esta fase es el latifundio, tema muy complejo de tratar y por lo tanto de acordar.
El latifundio es hoy en los modelos económicos la base de esquemas como el cerrado en Brasil o la agroindustria de la Orinoquia colombiana.
Que se esté hablando del latifundio improductivo, inadecuadamente explotado u ocioso es un buen punto de encuentro. Me atrevo a pensar que la mayoría de colombianos entendemos que la tierra tiene una función social y que aquella propiedad que no cumple con esta función debe ser revisada.
Con relación al comercio la posición de las Farc parece suavizarse al escuchársele que se deben revisar los TLC con relación a la soberanía alimentaria.
Aquí existe una gran diferencia conceptual como quiera que la seguridad plantea alimentar a la sociedad importando los alimentos y la soberanía plantea la producción autosuficiente de alimentos para todos los colombianos.
Hasta ahora el modelo defiende el esquema de seguridad alimentaria, situación que podría modificarse por el esquema de soberanía alimentaria. Aquí es fundamental fortalecer la economía campesina.
Esta mirada optimista de un futuro posible caracterizado por un mundo rural más equitativo y justo siempre tendrá presiones de grupos políticos y económicos regionales que bajo la mirada de la eficiencia económica y la agroempresarización desconocen las posibilidades de la economía campesina. Al existir una relación directa entre el campo y la ciudad bien vale la pena que todos asumamos una posición al respecto.
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