Los arroceros del Tolima mostraron su descontento con el Ministro de Agricultura por sus declaraciones en contra del gremio y según ellos por su incapacidad de hacerle frente a la crisis de agro. 

Para los ganaderos, en el país no hay una política agropecuaria seria, los tratados de libre comercio son inequitativos para el agro, el Plan de Gestión Ambiental no ha sido apoyado y no han contado con un apoyo para fortalecer el sector.

Así las cosas las demandas de los productores agropecuarios siguen estando allí y parece que en el corto plazo no se van a resolver. Ya ha dicho el Presidente y el propio Ministro de Agricultura que el país requiere de soluciones estructurales para problemas estructurales.

Sin embargo, la realidad rural de Colombia muestra que además de los agro empresarios; existe una población vulnerable conocida como campesinos que deben ser visibilizados y atendidos.  

Estudios como “Un campo para el campo” hecho por la Universidad Javeriana en 2009 y ¿Cómo viven los campesinos? realizado este año por la Universidad del Rosario, la Universidad del Cauca y el Instituto Colombiano de antropología e historia, muestran la realidad de los campesinos, sus hábitos y demandas. Muestran también que los nuevos negocios rurales están dejando por fuera a millones de campesinos. 

El último informe concluye que los campesinos representan un 32 por ciento de los colombianos y que actividades como la ganadería extensiva y los monocultivos redujeron el empleo rural, así como la pequeña y mediana propiedad.

Según los investigadores esta investigación ratificó que los campesinos siguen viendo necesidades básicas insatisfechas y que las políticas del Estado siguen siendo asistencialistas. Las políticas públicas obedecen a un modelo de desregulación estatal, de flexibilización laboral y de reorientación de la estructura productiva.

Según Nadia Rodríguez, investigadora de la Universidad del Rosario, los campesinos piden que se resuelvan los problemas de distribución de tierra, de desarrollo rural, de desprotección del sector agrícola, entre otros. 

También exigen el derecho a la vida, al trabajo y a la ciudadanía, lo que demuestra la capacidad de los campesinos de desarrollar alianzas estratégicas con variados actores y de renovar discursos y espacios de lucha y reivindicación.

Además se concluyó que mientras el sector agropecuario ha perdido vigencia y relevancia en la economía nacional, el campo ha cobrado valor como fuente de bienes y servicios ambientales, turísticos y recreativos y de actividades primarias de extracción minera y forestal. 

El problema es que estas nuevas formas de economía rural no las realizan los pequeños productores ni mucho menos los campesinos. No hay duda que para resolver el problema estructural del campo colombiano hay que entender la realidad descrita por el informe: Muchos campesinos no hacen parte de las dinámicas económicas del campo.