¿Alguna vez se ha preguntado cuántas noticias que lee en los periódicos, escucha en las noticias o ve en televisión se quedan en simples anuncios?
¿Se ha fijado en cómo los responsables de los gobiernos nos mandan cortinas de humo para ocultar la critica situación que en muchas ocasiones se viven? Y cuando es el momento de corte de cuentas nadie se acuerda de estas.
Se ha vuelto recurrente que en lugar de hechos se produzcan anuncios, y que allí todo termine.
Bien valdría la pena que las facultades de comunicación social de las universidades investigaran este comportamiento.
Escribo esto con motivo de los últimos resultados entregados por el Dane sobre desempleo y ocupación en Ibagué, un hecho expresado en datos, una realidad.
Para el periodo trimestral diciembre - febrero de 2016 se reportó un índice de desempleo de 16.1 por ciento para Ibagué, el más alto desde comienzos de 2013; de igual manera la tasa global de participación también presentó un aumento de tres por ciento en dicho trimestre.
¿Qué tiene que ver este reporte con las preguntas con las que abrí la columna?
Permítame explicarme, recordando un anuncio.
Durante la penúltima semana de julio de 2015 en Ibagué, se llevó a cabo una macrorueda de empleo convocada por el Gobierno nacional, en la que se reunieron empleadores, entidades públicas y privadas, y ciudadanos que aspiraban conseguir una nueva ocupación o ingresar de nuevo en el mercado laboral. Largas filas de desempleados esperanzados en el anuncio de los nuevos tres mil empleos para la ciudad se vieron por la carrera Tercera.
El anuncio, hecho por el Secretario de Desarrollo Económico del Tolima, consistió en que el principal propósito era generar nuevos puestos de trabajo para el Departamento, al finalizar el encuentro entre los empleadores y los cesantes se esperaba haber colocado tres mil empleos.
¿En qué terminó todo este anuncio?
En lo que terminan la mayoría de anuncios sobre programas y políticas de gobierno, en nada. Al final muchos salieron desilusionados, y en un comentario de la nota de este diario se pudo leer: “Me parece humillante la forma en que jugaron con las ilusiones y la necesidad del pueblo ibaguereño, resultó ser solo un censo y no estaban ofertando ningunos empleos”.
Pero este tema no se queda solo allí. También es preocupante que se diseñe políticas publicas y no se actúe para apropiarse de estas y alcanzar las metas propuestas.
Me explico con un ejemplo: ¿se acuerdan del Pipe 2.0? Con el fin de empujar la industria fueron destinados 900 mil millones de pesos a través de créditos de Bancóldex para promover a quienes ayudaran a subir las exportaciones.
¿Cuál fue la participación del Tolima en la meta propuesta para el país en ventas externas de productos no mineros a 2018? ¿Qué se hizo desde el Gobierno y los gremios? Ya saben la respuesta y será un hecho en 2019.
Así las cosas, urge que en el Tolima no nos echen más cuentos, ni anuncios: necesitamos hechos reales y concretos. ¿Será mucho pedir?
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