No hay duda que la semana pasada Ibagué vivió momentos de satisfacción colectiva con motivo de las actuaciones de la Fiscalía frente a los desfalcos a los Juegos Nacionales. Sí Satisfacción, la gente en medio del asombro se alegró.
En una ciudad en donde parecía que se había perdido la esperanza frente a la corrupción la gente no paraba de hablar en todos lados por cuenta de las detenciones y las pruebas.
La ciudad se sacudió, “ya era hora que pasara algo”, “la ciudad no se la pueden seguir robando”, “por fin”, eran algunas de las muchas frases que se repetían en las charlas que se hacían sobre el tema. “Ojalá descubran todos los torcidos”, “faltan otros por caer”, “¿y los funcionarios públicos?”, frases que también se escucharon después de la visita del Fiscal General.
Y luego de la visita de la Directora de Coldeportes y su anuncio de terminar obras “normales” con el apoyo de Findeter, el sentimiento colectivo, en especial el de los deportistas y dirigentes deportivos, expresó cierto grado de dolor y desconsuelo con todo lo ocurrido.
“Corrupción del principio hasta el fin”, afirmó el Fiscal, para referirse a que el tema no termina en las capturas por las irregularidades con los diseños, sino que también las hubo en la ejecución de las obras. Perdomo anunció más detenciones y les sugirió a quienes estuvieron involucrados que se entreguen.
La responsabilidad penal será juzgada, esperemos que se condene a los responsables, y ojalá la Procuraduría sancione a quienes violaron el régimen disciplinario omitiendo los controles y dejando de lado las responsabilidades de vigilancia que debieron hacer. Existen muchos peculados por omisión.
Ahora las dudas giran alrededor de qué tanto serán capaces de aprender los ibaguereños de todo esto.
Existe una responsabilidad política que no puede pasar inadvertida, detrás de todo lo ocurrido existe un conjunto de complicidades en donde algunos dirigentes políticos tienen mucho que ver. Corrupción, cohecho, peculado, clientelismo, han sido las bases sobre la que se ha edificado un sector de la clase política en Ibagué.
Yo tengo fe en el cambio, tengo fe en el ibaguereño, que por fin entenderá que si queremos sacar adelante nuestra ciudad es necesario crear una nueva cultura de la legalidad en lo publico, de fortalecer los castigos morales y de no tolerar la corrupción. Al fin y al cabo los corruptos son solo unos pocos, la inmensa mayoría de los ibaguereños es gente buena.
Muchas veces he escuchado a la gente quejarse porque no hay obras, porque las pocas que se hacen quedan mal hechas, de los anuncios que nunca se cumplen, de las roscas y el desprecio para el elector después de pasadas las elecciones, y también he visto como el poder y el dinero de lo publico termina imponiéndose sobre las conciencia.
Lo ocurrido la semana pasada debe servir para cambiar, los ciudadanos deben atesorar este momento como aquel en donde las malas costumbres no se toleraran más, inclusive puede servirle a muchos dirigentes que se han dejado llevar por este camino a que reflexionen y cambien.
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