Su posición de apoyar a la minería contaminante la disfrazaron con argumentos políticos electorales, y la lucha de años de los promotores de la Consulta por la defensa de la naturaleza y el territorio la redujeron al apoyo que están dando algunos sectores políticos progresistas y alternativos.
Como no tienen la capacidad de oponerse con argumentos técnicos al No, ni tienen la coherencia de salir a apoyar abiertamente el Sí, lo más fácil es salir a desvirtuar los apoyos dados a un nuevo enfoque de desarrollo que plantea el respeto por el medio ambiente y el derecho a la autodeterminación de los pueblos.
Lo cierto es que a la vieja clase política de Ibagué no le interesa que la gente participe, les da miedo que la gente salga a votar, porque cada vez que las personas lo hagan avanzarán en su mayoría de edad y en madurez política.
Que la gente participe, opine directamente sobre su suerte, que no necesite de dádivas para salir a votar, les preocupa, ya que de ahí a perder su poder político están a un paso muy corto.
La verdad es que a ellos no les preocupa que se haga política con la Consulta, ni que se apoyen nuevos actores para elecciones futuras, les da miedo que la gente se empodere y mañana no los necesite.
Por eso, la abstención es lo que más le conviene a ellos para mantener a los ciudadanos en la pobreza democrática, esa misma que les ha permitido ocupar cargos públicos e ir al Congreso.
Ya se sabe que para que la Consulta Popular sea válida se necesitan más de 120 mil votos, y esos son muchos votos. Que salgan a votar todas esas personas libre y espontáneamente es un reto de inmensas proporciones solo alcanzable si los ibaguereños entienden todo lo que está en juego ese 2 de octubre.
Y es que la búsqueda de un nuevo país, un país en paz que ofrezca mejores condiciones sociales y económicas para los colombianos requiere de ciudadanos libres que tomen sus propias decisiones, que deliberen y participen, que asuman las riendas de su futuro sin necesidad de intermediarios.
Ese nuevo país, por el que muchos estamos trabajando, no se puede abstener durante la toma de decisiones. Ir a votar en la Consulta transformará nuestra historia y proyectará nuestro futuro. Hacerlo no tiene precio.
Así como también lo será ir a votar en el plebiscito, ir a votar por la paz o por la guerra, apoyar o no el fin del conflicto armado en Colombia.
Estos son momentos en los que un ciudadano no se puede quedar durmiendo cómodamente mientras otros deciden, porque como reza el refrán; camarón que se duerme, se lo lleva la corriente.
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