Dos acontecimientos históricos

Rodrigo López Oviedo

Como queriendo decir al mundo entero que otro tipo de sociedad sí es posible, los pueblos de Bolivia y Chile acaban de ratificar en las urnas que quieren un país distinto.
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De los bolivianos no podíamos esperar menos. Luego de 13 años de progreso continuo en su lucha contra la discriminación, la segregación y la pobreza, una infame dictadura, con una mano sobre la biblia y otra en las bayonetas, les abrió un paréntesis de 11 meses en su proceso, cercenándoles la democracia, tiñendo de sangre sus tierras, devolviendo a la miseria a millones que habían salido de ella y poniendo al país nuevamente de rodillas ante el amo yanqui. Nada podía ser peor.

Fueron once meses que, por fortuna, llegaron a su fin como consecuencia de una campaña electoral llena de dificultades, pero emprendida con empeño, gracias a cuyo triunfo podrán comenzar a recuperar el tiempo perdido y continuar construyendo un futuro que con Evo veían promisorio.

El nuevo presidente, Luis Arce, tendrá que ratificar los éxitos que alcanzó, bajo la batuta de Evo Morales, durante los 12 años que estuvo frente a las finanzas del Estado. Durante este tiempo, el Producto Interno Bruto de Bolivia pasó de nueve mil 500 millones de dólares a 40 mil 800 y la pobreza se redujo del 60 al 37 por ciento, lo cual permitió acercar los extremos de riqueza y pobreza, cuya brecha era también de las más graves de la región, al tiempo que se logró sanear el manejo presupuestal y verter su contenido en programas de atención a los más humildes.

Las tareas que Arce tiene ahora enfrente, que van más allá del manejo económico, están llenas de dificultades, pero está respaldado por un pueblo que con Evo descubrió que sí puede sacar adelante sus propósitos. Entre estos ocupan primerísimos lugares el restablecimiento de la democracia, el reimpulso al desarrollo del país, la restitución de las políticas sociales, contrarias al neoliberalismo impulsado por la dictadura de Añez y seguir elevando el nivel de vida al ritmo que se tuvo durante los 13 años de gobierno del hombre más notable que ha dado la historia boliviana en los últimos cien años: el sindicalista indígena Evo Morales Ayma.

Por su parte, el pueblo chileno, luego de unas históricas jornadas de protesta, dio un nuevo paso al frente en su propósito de sacudirse definitivamente de la pesadilla del dictador Augusto Pinochet, que aún resuma presencia a través de una Constitución Nacional de la que fue gestor.

Estos son dos acontecimientos dignos de fervorosa celebración, así como de ser tomados de ejemplo por aquellos que andan sumidos en la desesperanza.

RODRIGO LÓPEZ OVIEDO

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