La participación de la mujer en la política, sigue siendo escasa. Se crea la esperanza de que tal situación se modifique, cada vez que una mujer llega a la presidencia de una república en cualquier lugar del mundo.
Hoy contamos en Latinoamérica, con cuatro mujeres ejerciendo la presidencia de la república y la última de ellas es Michelle Bachelet, quien llega por segunda vez como presidenta de Chile. Laura Chinchilla abandonará la presidencia de Costa Rica en el próximo mes de mayo, pero continúan Cristina Kirchner en la Argentina y Dilma Rousseff en Brasil.
En Colombia estamos cerca de elegir presidente de la república para un nuevo período, pero lamentablemente no se vislumbra la opción de que una de las dos candidatas en contienda electoral, Martha Lucía Ramírez y Claudia López, logren los votos requeridos para llegar a la presidencia de nuestro país. En Colombia las mujeres no hemos tenido esa oportunidad.
Los directorios políticos enfrentan la dificultad de encontrar mujeres interesadas en la política para cumplir con la cuota femenina en las listas de candidatos al Congreso, las Asambleas y los Concejos Municipales. Porque hay poco interés de la mujer por la política, una actividad que es copada por los hombres.
Ese poco interés de la mujer por la política, se refleja en las estadísticas de mujeres que ocupan cargos esencialmente políticos. En el senado, actualmente, sólo hay 16 mujeres, de ahí que los tolimenses celebremos con relativo entusiasmo que Rosmery Martínez, sea la única senadora tolimense elegida para el próximo período.
En Colombia, actualmente, sólo hay tres mujeres en las gobernaciones y en cuanto a alcaldías, en el Tolima, tenemos cuatro alcaldesas sobre un total de 47 posibles.
La visión de género no es tan visible en las actuaciones gubernamentales ni en las estadísticas, por lo menos. A no ser para cuantificar los casos de violencia o actos tan graves como el uso de ácidos para agredir a mujeres indefensas. El problema es gravísimo.
Se puede decir que colombianos y latinoamericanos somos educados por mujeres porque la mayoría de los docentes pertenecen al sexo femenino, sin embargo aún no existe una visión favorable hacia el sexo femenino, como debiera serlo. Hay casos lamentables de inequidad, principalmente en el acceso al empleo y en la remuneración salarial que sigue siendo discriminatoria y favorable a los hombres.
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