Nuestra selección, jugó un papel trascendental para el mundo y muy particularmente para los colombianos, con el ejemplo de respeto, solidaridad, unidad, generosidad y claridad en el terreno de juego, fueron significativos para cada uno de los miembros del país.
Enviaron un mensaje de unidad que produjo paz y convirtió a los hinchas en personas de la misma condición, todos apoyando y pensando sin distingos de color, raza, sexo, ideología política, en el triunfo.
Llegamos muy lejos, nuestros jugadores mostraron su capacidad, pusieron en las bocas de los habitantes del planeta, el nombre del país, para pensarlo desde el fútbol, para que Colombia tuviera otra mirada, gracias, a 23 deportistas que tenían un sueño claro, liderado por su dirigente, Pékerman.
Un profesional, que entrega al mundo el mensaje de que sí se puede, con actitud, preparación y desempeño. Estoy segura que hubiésemos podido llegar a la mejor posición, con cada uno de nuestros jugadores que quedaron registrados como gigantes ante las mentes, las almas y las retinas de sus hinchas.
Es increíble escuchar el temor que se despertó entre los brasileros, eso significa el reconocimiento a la grandeza de los nuestros.
Nos sirvió mucho el desempeño del equipo colombiano, ya que el amor por la patria fue el sentimiento permanente, el sentido de pertenencia se fortaleció, también el reconocimiento de que somos capaces de alcanzar propósitos, la unidad de las familias, de los amigos y las gentes. En Ibagué, se sintió el interés por garantizar la seguridad de sus habitantes y fue todo un éxito de nuestro alcalde Luis H. Rodríguez, la prohibición del uso de motos, harina, espuma, el acompañamiento policivo, dando más tranquilidad a la celebración.
El sentimiento de admiración por James Rodríguez, se sintió en el Tolima, tierra que lo vio crecer y reconoció a temprana edad sus logros futbolísticos, como por ejemplo cuando recibió de manos de nuestro exalcalde Jesús María Botero, el premio por uno de sus primeros triunfos futbolísticos.
Son muchos los amigos que recuerdan en Ibagué a James, que tienen anécdotas de sus juegos en la cancha del Jordán, donde ya mostraba habilidades superiores en el deporte que le daría gloria a temprana edad.
Las lágrimas de las que el mundo entero fue testigo, enaltecieron la imagen de este joven orgullo de nuestro pueblo colombiano, transmitieron un mensaje de humanización y respeto, de sensibilidad y valores que se deben enfatizar para que sirva de formación a los que vienen creciendo.
Al Tolima, a Ibagué y a Colombia, sólo nos resta decir, gracias muchachos, son nuestros embajadores, están en nuestro corazón, en nuestras mentes y lograron unirnos en una solo familia.
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