Un aplauso sonoro por la creación de la Secretaría de la Mujer en el Departamento del Tolima, cuando se celebra precisamente el Día Internacional de la no violencia contra la mujer. Se generan grandes expectativas, por el anuncio de la reducción de brechas de inequidad de género y la búsqueda de garantizar los derechos fundamentales de las habitantes de los 47 municipios del Tolima.
Igualmente, que se tenga dentro de sus propósitos el “empoderamiento y transversalidad que buscará promover la participación de las mujeres en los ámbitos productivos, laborales, políticos, económicos y sociales”, es altamente motivante.
En nuestro Estado social de derecho, ha sido muy difícil garantizar y otorgar los derechos a las mujeres, que viven confrontadas a pesar de la lucha por la igualdad y reconocimiento en la visión misma de capacidades comunes, pero que difícilmente son aceptadas por intereses muy particulares que hacen parte de los discursos e imaginarios colectivos que deben trascender.
Sin embargo, cómo creer que la misma Constitución garantiza igualdad, cuando la inequitativa Ley de cuotas, discrimina por sí sola, los derechos y excluye en buen porcentaje a la mujer.
Si se recurre a Kant, hay que decir que las mujeres son fines en sí mismas y no instrumentos para otros, como lo cita Nussbaum. Pero toca formar y empoderar a la mujer para que haga valer sus derechos, no como una limosna que otorga el Estado, sino como algo que merece y debe reclamar porque conoce las vías de derecho.
Hay que formar a la mujer para que busque empoderarse a través de la educación como una de las armas más necesarias para quienes tienen es sus manos la tarea de aportar a la formación axiológica de sus hijos y que se manifiestan ante la sociedad como una prolongación de la escuela y la familia.
La responsabilidad del Estado impacta en lo público y en lo privado, depende de éste el tipo de sociedad que se espera formar y está visto que a pesar del cansancio en el cual está inmerso nuestro pueblo colombiano, se requiere fundamentar para el pensamiento socio crítico y se necesita educación para otras realidades y necesidades en nuestro país, departamento y municipio.
El papel de la mujer en su entorno es indiscutible y cobra fuerza en defensa de su dignidad. Pese a ello, falta mayor empoderamiento para alcanzar la igualdad y aquí son esenciales los discursos y hechos, que deberán trascender para bien del género femenino.
No se puede desconocer que la violencia silenciosa o visible, sigue haciendo presencia en todos los escenarios con el agravante de que se ha legitimado y aceptado prácticas que a la luz de países desarrollados configuran violencia psicológica, política, económica, social, física, para ésta última se precisan los 11 feminicidios ocurridos a lo largo del presente año, en Colombia. ¡Más que alarmante!
No es sencillo abrirse paso. En el campo de la política en el Tolima. Escasamente se puede citar una mujer para la asamblea, entre 15 hombres; ella es Rosmery Martínez, la excandidata a la gobernación del Tolima; entre 19 concejales, solamente llegan dos mujeres al municipio de Ibagué; contamos con cinco alcaldesas en los 47 municipios, las cuales son María Cifuentes en Casabianca; Lucero Castaño, de Falan; Margoth Morales, de Icononzo; Elizabeth Barbosa, de Rioblanco y Lucelly Villalba, de Suárez.
Mínima la representación femenina, solamente el 9.4%. Se merecen una especial mirada para que se apoye su gestión y se empoderen como líderes que se ganan los espacios y se aceptan de manera equitativa para ejemplo de sus comunidades.
Esta revolución pacífica, como se ha denominado la lucha de la mujer por sus espacios, deberá seguir creciendo para la igualdad y el reconocimiento, entre otros aspectos.
Tatianarojasoviedo34@gmail.com
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