Y está en lo correcto por razones muy sencillas como que diariamente el aumento solo significaría algo más de 600 pesos para quienes lo devengan. También, porque en conjunto el alza no superaría los 30 mil pesos; pero, por sobre todo, porque es el propio sector gremial, financiero, bancario, de asociaciones agroindustriales quienes han hecho gala de que estamos en un país rico y que la economía está muy bien.
Es más, en un pequeño ejercicio hecho los últimos días, conté algo más de 15 intervenciones presidenciales donde el propio Juan Manuel Santos señalaba lo robusta que está la macroeconomía colombiana. Como llegaron supuestamente a chorros millones de dólares en inversión extranjera directa en los dos años de su mandato, como se instalaron nuevas multinacionales, como hay interés de explotar hidrocarburos y metales.
Como a la propia directora del Fondo Monetario Internacional, quien nos visitó en días pasados, le explicaba de la fortaleza económica nacional, de la riqueza que se generaba a diario aquí, del crecimiento del ingreso, del aumento del PIB, de la balanza comercial que crecía en exportaciones gracias a TLC y acuerdos comerciales con otros países.
Por eso, ante tanta belleza, cualquier ciudadano de a pie se pregunta por qué alguito, una migaja, un poquitico de eso tan bueno y tan abundante no se lo dan al trabajador en su salario mínimo.
Algunos noticieros han hecho excelentes notas sobre cómo se sobrevive con un salario mínimo y como una familia requiere mínimo 850 mil pesos para comida, transporte, arriendo, sin derecho a nada para recreación, ni artículos de bienestar.
¿Por qué no se puede tener un acto de grandeza y generosidad con los ciudadanos aumentándole lo justo en su salario mínimo? La respuesta es simple: no se quiere afectar en un solo peso las ganancias de los ricos y poderosos a quienes todo ese impacto macroeconómico los beneficia por montón.
No es que vayan a dejar de ganar o tengan que perder algo, si no de no afectarles las enormes ganancias. Un poco lo que está pasando con la reforma tributaria donde es la clase media la más afectada, porque quienes ganen más de 3.400.000 y hasta seis millones o algo más, tendrán que pagar hasta por reírse gracias al Gobierno y el Congreso, que oculta ese otro golpe diciendo que se crearán subsidios para madres comunitarias. Por Dios.
Extraña uno que la llamada sociedad civil no se haya movilizado frente a semejantes golpes que se vienen, a esos tiros de gracia que se están haciendo a la subsistencia de muchos y contra su calidad de vida. Ve uno como desde los centros de pensamiento, federaciones, asociaciones, universidades nadie se pronuncia, como rectores y decanos de economía se esconden detrás de las cortinas tomándose las gafas y aplaudiendo pasito ese tipo de injusticias.
Brillan por su mutismo absoluto sobre el tema, sin un estudio o una aproximación académica a porque debería darse un salario mínimo justo a más de cuatro millones de colombianos. Los ve uno en su dimensión real sin grandeza ni liderazgo social.
Ojalá en esta semana de novena y aguinaldo se dé la iluminación divina del Niño Dios y se dé un mínimo justo.
Tiene razón el vicepresidente de la República, Angelino Garzón, en calificar la propuesta de alza del salario mínimo de miserable por parte de los gremios económicos y productivos del país.
Credito
NELSON GERMÁN SÁNCHEZ PÉREZ –GERSAN-
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