No cabe duda de que el expresidente Álvaro Uribe Vélez es uno de esos fenómenos políticos que se dan solamente de tanto en tanto en la sociedad colombiana. Se puede estar o no de acuerdo con sus tesis sobre como administrar el Estado, con sus tres huevitos: la seguridad, la promoción a la inversión y el rostro social -que dicho sea de paso dice sin reparos que el actual presidente Santos, a quien ayudó a elegir, se los quebró-, pero en lo que todo el mundo coincide es que es un carismático por excelencia, un hombre que aprendió a sintonizarse con lo que quiere la gente y que le responde lo que quiere oír.
En su nueva visita a este Departamento quedó demostrado ello, la gente aún lo quiere y lo sigue, y lo más particular, todavía lo trata de Presidente y cree que le puede dar soluciones a sus necesidades personales, desde la pelea con el vecino, el Policía que no llega al barrio, el traslado del lugar de trabajo al maestro y desempeñarle las cositas en una prendería.
“Mi abuela me enseñó que era solo dar cariñito a la gente y eso fue lo que hicimos durante nuestro mandato. Esta carnita le da cariñito a la gente”, me dijo de manera escueta en el nuevo programa radial Directo, de Caracol Radio y Oxígeno, en el que soy panelista. Lo cierto de Uribe es que no le huye a ningún tema, así diga que no responde sobre personas, siempre se deja picar la lengua, le gusta que se la piquen y pica la de los demás.
El Uribe de ahora es mucho más calmado y risueño que el que veíamos en su chaleco presidencial, pero sigue siendo igual de directo. Reconoce que su temperamento se lo debe tal vez a haber sido criado jugando con totes (una especie de pólvora) y por eso es así de explosivo. También da muestras de seguir absolutamente enterado de lo que sucede en las regiones, ha sabido sacar provecho como ninguno a las redes sociales; incluso su cuentas de Twitter es constantemente bombardeada a favor y en contra de sus posturas, por casi dos millones de compatriotas.
Este hombre, amado y odiado, tiene tan claro el rol de los medios y las comunicaciones, que no se desconcentra un minuto ni del escenario donde está ni de las preguntas que se le hacen o el mensaje de debe dejar a quienes lo escuchan a lo lejos. Durante el diálogo radial de 45 minutos sostenido con él, no nos percatamos de su otitis, pues no dio muestra de la misma; sI lo hizo una vez Luis Eduardo González, el director de Directo, le agradeció el tiempo. Ahí se inclinó, preguntó por sus medicamentos e hizo el típico gesto y la postura ladeada de cuando tiene uno un dolor de oído. Pero al minuto, cuando una señora que veía la transmisión radial entre la multitud le gritó que le regalara una foto, se paró como resorte y en su típico acento finquero paisa le dijo: “A ver dónde está mijita la de la foto. Tomémonosla pues”.
Es en los recintos llenos de seguidores y contestando entrevistas que se le observan sus dotes de comunicador excepcional y se entiende porque muchos liliputienses políticos nacionales y regionales se deschavetan y quieren imitarlo sin ton ni son, como si lo de Uribe se les pegara por osmosis.
Pero de ese modelo, versión y con esas características -para bien, dicen unos, o para mal, dicen otros-, solamente se dio a este político del siglo XX llamado Álvaro Uribe Vélez, de quien se cree puede volver a generar un fenómeno político en 2014 al ubicar de un tajo a por lo menos 30 senadores en el Congreso con su nuevo partido político. Amanecerá y comentaremos.
No cabe duda de que el expresidente Álvaro Uribe Vélez es uno de esos fenómenos políticos que se dan solamente de tanto en tanto en la sociedad colombiana. Se puede estar o no de acuerdo con sus tesis sobre como administrar el Estado, con sus tres huevitos: la seguridad, la promoción a la inversión y el rostro social.
Credito
NELSON GERMÁN SÁNCHEZ PÉREZ–Gersan
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