Más allá de las profundas, acertadas, ciertas y reflexivas opiniones expresadas por el maestro William Ospina, de los doctores Gustavo Cano y Eduardo Aldana, en el foro organizado el sábado anterior ‘Lo que la falta a los diálogos en La Habana’, es una acertada apuesta para que desde las regiones se construya realmente el hilo conductor, el factor de concatenación desde y para las regiones, de los puntos a los que llegue el gobierno Santos con la guerrilla de las Farc.
Más allá de rayar en lo de siempre, al estilo del “particular” fiscal Montealegre con que contamos, de hablar de perdón, de reconciliación, de no cárcel para delitos atroces cometidos por guerrilleros y buscar penas alternativas para ellos; más bien se trató de buscar espacio a la sociedad civil, al encuentro comunitario, a la disertación por distintos actores, a saber que el apoyo al proceso para terminar con el conflicto no pasa por amigos y enemigos de la paz, que eso ya es cuento manido de los mermelados como Roys y compañía.
Más bien, en reconocer que de lo que se trata es de sacar de escena a un actor del conflicto armado que ha causado un daño enorme a los colombianos y a quien por acción, omisión o intereses ocultos de la industria de la guerra, al Estado colombiano le quedó grande derrotar.
También, de decir en voz alta que la guerrilla con sus intereses particulares e ideología no representa a la mayoría de los colombianos ni que el administrador del Estado en este momento histórico, es decir, el gobierno de Santos, tampoco nos representa totalmente. Simplemente tiene la formalidad legal de esa representación, pero el poder debe retornar al ciudadano, la discusión del llamado constituyente primario debe de nuevo encontrarse en asambleas, encuentros, coloquios y otros espacios ciudadanos para tomar decisiones sobre la estructura misma del Estado y los cambios al sistema social y económico desigual que impera en el país.
De eso se trató dicho encuentro en últimas, tal vez no fuera ese el propósito de sus organizadores, sino el de mostrarse ante el Gobierno nacional con algún propósito, figurar políticamente en la región o hacerse más notorios como partido, pero lo importante es que se hizo en el marco de la academia y el resultado es que se discutió mucho más allá de apoyar o no apoyar a la guerrilla y el gobierno Santos en su mesa de negociación.
Se puso de presente que el sistema de salud colombiano (por ejemplo caso Saludcoop), mata más gente que el llamado conflicto armado o la guerra interna que vivimos, que los departamentos son cada vez más invitados de piedra frente a las grandes discusiones del país, que su acción se limita desde las altas cortes y el Congreso, que la descentralización y autonomía regional están en agonía, que ni potestad sobre sus propios planes de ordenamiento están teniendo los municipios colombianos, por lo intereses de las multinacionales, las cortes y el gobierno Santos.
Es decir, la invitación a construir un documento desde el Tolima para Colombia sobre lo que debemos aportar no se puede echar en saco roto, pero para iniciar el debate nacional frente a que es hora de recobrar, más que el protagonismo mediático, la capacidad de decidir sobre el futuro de las regionales desde las regiones.
Comentarios