Líderes

Nelson Germán Sánchez

Tuve la oportunidad de conversar en días pasados con el doctor Francisco Mojica, director del Centro de Pensamiento y Prospectiva de la Universidad Externado de Colombia, formado académicamente en las más prestigiosas universidades europeas.

Dialogábamos con el maestro acerca del liderazgo y como en momentos de crisis es cuando realmente se prueba. Igualmente, de cómo lo peor y lo mejor de cada quien, de los equipos de trabajo, los afectados por la misma (crisis), de los oportunistas interesados en aprovecharse del momento surgen y dejan ver de manera traslúcida quién es quién. A propósito, enviaba alguien por estos días un mensaje que decía con respecto a lo que sucede en la Universidad del Tolima: “Lo que a muchos les sacó lo peor de su corazón, a nosotros nos hizo fuertes y nos sacó lo mejor”.

El líder verdadero es quien depone sus propios deseos en la lucha de la causa común, que queriendo tomar ciertas decisiones y emprender acciones -que bajo la presión de los demás resultan obvias y serían las más drásticas y efectivistas-, se detiene siempre a meditar como generar los menores males.

Existen líderes que son capaces de interpretar los sentimientos colectivos y otros que con su personalidad los imponen. En ese mismo orden de ideas se puede pensar que a ciertos personajes en la esfera pública los hechos, las circunstancias y la realidad los cambian; otros que terminan por cambiar las mismas.

También, recordábamos que existen líderes que por más que se les ataque, se les vilipendie y se traten de construir mentiras públicas y mediáticas sobre ellos, son capaces de mantenerse incólumes en el escenario de los agravios y construir un tono que supere lo personal.

Casi siempre los líderes positivos enmarcan sus decisiones a posiciones doctrinarias en las que creen firmemente, que han estudiado, se vuelven expertos y no transigen por más que las coyunturas parezcan acorralarlos. Pero en últimas y con el paso del nubarrón y la niebla, dicha conducta se les premia colectivamente.

A mediano y largo plazos es la coherencia la que más credibilidad les genera y su principal activo público. Para algunos es transmitir autoridad, mando y gestión, para otros es su capacidad de defender ideas modernas, liberales y profundamente humanas los que les da réditos.

En ambos casos, recordábamos lo que decía el experto Jaime Bermúdez Merizalde, esos personajes se vuelven referentes sociales por sus propuestas y principios sólidos, es decir, su imagen no es una construcción imaginaria carente de contenido.

Ese tipo de líderes en la crisis no dejan de asumir políticas progresistas, en el caso de quienes están embebidos en los pensamientos de izquierda, en un mundo eminentemente capitalista, echan mano de “la izquierda moral, de los derechos individuales” de un izquierdismo supletorio, asegura Miguel Ángel Bastenier en el prólogo del libro ‘José Mujica: la Revolución Tranquila’, del periodista Mauricio Rabuffetti.

Todo esto es una disculpa para afirmar que tan escasos líderes reales, de talla moral adecuada, positivos, propositivos y bien intencionados tenemos entre nuestra dirigencia de la clase política, del sector público y privado en nuestra región actualmente. Hay muchos a los que la tonta arrogancia no les deja ver que son simples arlequines de poder, de esos que dan mucha risa. ¡Adelante, comunidad de la UT, que de esta saldremos fortalecidos!

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