Se creció ‘Pachito’

Nelson Germán Sánchez

El ‘niño Pachito’ era algo díscolo. Conversador, acelerado, metidito. Un niño bien, dirían las abuelas, pero con la actitud del rebelde sin causa.

Algunos lo asemejaban en su comportamiento al famoso ‘Ñoño’ del programa televisivo ‘El Chavo del 8’. Un niño con problemas de habla, de aprendizaje, de relacionamiento, consentido y pataletudo, y quien se convertía en líder gracias a los juguetes y la mesada escolar que le daba su padre, el cobrador del arriendo de los apartamentos de la vecindad, el señor Barriga.

Pasó por los medios de comunicación, por la prensa, fue empresario y líder de una ONG contra el secuestro (País Libre), que creó al ser víctima de esa flagelo.

Pero el estrellato del ‘niño Pachito’ llegó cuando el arriero candidato a la Presidencia de Colombia lo volvió su fórmula vicepresidencial y fue el primero de su familia en lograr semejante posición en la burocracia del Estado, claro, hasta ese momento -luego fue superado por su primo hermano-.

No hay que ser un gran politólogo para reconocer que en su paso durante ocho años en el poder presidencial no fue destellante, sino, más bien, opacado y apocado por la personalidad de su jefe.

Fue errático, metió la pata, habló de más, pronunció palabras sin pensar, pidió excusas y la desembarró. Nadie niega que fue sincero, desabrochado y bienintencionado, mientras estuvo allí.

Ya entrado en los gastos de la arena política y la cosa pública, se midió a las maquinarias de partido, le hicieron encerrona y lo dejaron por fuera de una aspiración presidencial. Intentó ser alcalde de Bogotá, pero la maquinaria lo dejó solo, la Unidad Nacional se le vino encima y su primito lo comparó hasta con la enfermedad del cáncer.

Pero todo eso parece que le sirvió a ‘Pachito’; lo maduró y creció, vamos a ver cuánto le dura ese ataque de lucidez, ojalá mucho.

Pachito fue el primero en salir a la televisión y los demás medios de comunicación con un mensaje prudente, un discurso conciliador, una propuesta sobre la importancia de unir en medio de la división política en que quedó el país hace unos días. Mesurado, algo profundo, conciliador, propositivo, proactivo, se le ha visto últimamente.

Todo parece que por fin como dijo mi mamá “se creció Pachito”. Se le ve tan serio, tan creíble, tan ponderado, que parece otro. Sin el afán de figurar, de pelear la palabra ni de imponer ideas a la fuerza.

Para ser un hombre del establecimiento, de la rancia aristocracia capitalina, ubicado al espectro derecho de las ideas políticas, se está comportando como hombre de centro. Ojalá haya alcanzado la mayoría de edad mental, política y de independencia democrática para seguir dando ejemplo de tolerancia y búsqueda de propósitos específicos para el bien común. Dios quiera que no pase de esta etapa de adultez o crecimiento, rápido a la demencia senil. Sigue así, ‘Pachito’, nunca cambies. Ojalá en estos tiempos de egos, ciegos y convulsiones personales, se dieran más ‘pachitos’.

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