El poeta del Bosque

Ya decía yo que ser de provincia en Colombia es casi una desgracia frente al centralismo asfixiante con que se manejan nuestros destinos culturales y las miradas oblicuas con que se miran nuestras producciones artísticas.

Y si eso sucede con nosotros, que vivimos en una capital, cómo será, entonces, con aquellos que luchan por los mismos ideales en municipios alejados, sin las posibilidades de la difusión a través de los medios donde se puede lograr de vez en cuando pequeñas resonancias para algunos de nuestros aullidos.

Meritoria labor, indudablemente, persistir en mejorar la vida y perpetuarla a través de la palabra.

Precisamente desde Chaparral, Tolima, nos viene la voz de un poeta que nombra las cosas con su propia nomenclatura, que inventa semánticas mágicas, que su línea de horizonte está habitada por seres que no existen sino en su imaginación, que sus olores y sabores son un territorio como el paraíso; un poeta que renueva la fe en la creación humana.

Estoy hablando de Hernando Reinoso, licenciado en Lingüística y Literatura de la Universidad de la Sabana y profesor de español y literatura de la institución educativa Nuestra Señora del Rosario, en Chaparral.

Ya su nombre está en el recordatorio de la literatura colombiana por su trabajo en el taller de escritores “Allanahuanga”, con sede en Chaparral, alrededor del cual se han publicado veinticinco números de una revista con el mismo nombre. Y por su magisterio cultural, que es ejemplar por su titánica lucha frente a la proverbial desidia de quienes debieran ser su apoyo incondicional. En el año 2008, además, publicó su primer poemario con el título de “Evocaciones de la luz”.

Ahora celebramos la aparición de su libro “Los bosques secretos”, publicación al cuidado de Común Presencia Editores, con sede en Bogotá, y lanzado al mundo de los lectores en la pasada Feria Internacional de la misma ciudad.

Es un libro de una sólida unidad temática. En él se avanza como montado en una canoa que guía el aire por un mundo encantado que es, precisamente, ese bosque secreto, único, del poeta, que nos va descubriendo poco a poco, con metáforas alucinadas, un mundo marcadamente surreal. 

Son treinta y ocho textos, son un suspiro, un sorbo que se bebe con ansiedad y en el que el poeta nos entrega la magia de sus propios duendes y hadas, esa naturaleza exuberante que a veces olvidamos que podemos recorrer.

Hernando ha construido su propio bosque, íntimo y mágico, que ojalá los lectores logren apropiárselo para que descubran lo que es la lúdica contemplación del mundo. Son treinta y ocho instantes que él usa para abrirnos los ojos e indicarnos el camino para descubrirlo en la brevedad de las páginas de su libro.

Credito
BENHUR SÁNCHEZ SUÁREZ

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