Fascinante, es lo que puedo decir al terminar de leer ‘El médico’, novela de Noah Gordon, obra con la no despreciable cantidad de 796 páginas. Un mamotreto. Casi la cantidad de páginas que suman mis cinco títulos que conforman mi selección en la colección ‘Maestros Contemporáneos’, de Pijao Editores.
¿Cómo escribir tan largo y mantener la tensión durante el tiempo de su lectura?
Condicionado por la mirada displicente de los intelectuales hacia los llamados “bestseller”, sólo me había acercado a unos pocos, como ‘Los pilares de la tierra’, de Kent Follet, por ejemplo. Ahora descubro que me gusta leerlos porque ofrecen el deleite de una lectura agradable, intensa, que obliga a recorrer toda la historia sin importar su volumen.
¿No es esta, acaso, una cualidad de la buena literatura? O quizás sea porque, a diferencia de la literatura de los que llamamos maestros, ellos no ahondan en el lenguaje, no desarrollan ninguna técnica narrativa distinta a la linealidad y son predecibles, no se complican con la ideología de sus personajes más allá de lo superficial, necesario para el tema, y tienen un esquema que satisface el requerimiento de una buena lectura: introducción, intriga, desarrollo conflictivo (nudo) y desenlace.
Catalogada como bestseller desde su publicación en 1986, ‘El médico’ se convirtió en un espectáculo de ventas.
Sólo 28 años después, al descubrirla en el catálogo del Círculo de Lectores y con mi reticencia hacia tanta lectura chatarra que ofrece esa multinacional, la solicité para llevarla a mis vacaciones.
Inicié su lectura en las bellas playas de Isla Palma y la terminé en las madrugadas silenciosas en mi apartamento en Ibagué, la semana pasada.
Debo confesar mi ignorancia respecto a la existencia de este libro tan famoso, pero tal vez la traducción (2008) no había sido promocionada o yo estuve ausente de ella, inmerso en mis propios desarrollos.
La historia ya había sido llevada al cine y la novela considerada un ejemplo de la narrativa histórica en el mundo.
La trama se desarrolla en el siglo XI y cuenta las peripecias de un inglés que se vuelve cirujano por accidente, comprueba que debe ser médico titulado, confirma que la mejor escuela de medicina está en oriente y emprende el viaje, que es toda una aventura.
Es mucho lo que se aprende con su lectura, pues la novela está documentada suficientemente sobre la historia del momento y el desarrollo de la medicina en el mundo.
Es fascinante seguir el periplo de Robert J. Cole al pasar de simple cirujano-yerbatero a médico con la protección del gran Avicena, príncipe de los sabios.
Ya 28 años después de publicada la novela continúa deleitando lectores en todo el mundo. Así que invito a la aventura de leerla.
Comentarios