Voten

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No conocía en la historia del país, al menos la que yo he transitado en mi calidad de ciudadano común, una campaña política tan vergonzosa y de tan bajo perfil como la de ahora.

Bajo perfil, no porque no se quiera aparecer en la búsqueda de votos fingiendo desinterés, sino por el destape de lo subterráneo, de las componendas y malos manejos que se ventilan cínicamente frente a un pueblo adormecido, conforme, amenazado y creyente.

Es más, un pueblo ignorante, como lo han forjado y han querido que así sea los cínicos dirigentes actuales. Sin el más mínimo sentido de la dignidad, se sacan a relucir los defectos más aborrecibles que pueda lucir un ser humano: la traición y la ambición desmedida por el poder.

Estos son los estandartes de una clase política envilecida, degenerada, que ya no lucha por el poder con las ideas sino con el garrote de fuerza bruta y de las armas, de la intimidación, de la desaparición de contrarios y el acallamiento de toda voz que no crea en sus encantos.

Faltan adjetivos, escasean los sinónimos, para calificar el deterioro moral y ético del ejercicio de la política en nuestro medio.

Toda esa payasada, ese sainete que para mí es más una tragedia de proporciones incalculables, sostenida por los ciudadanos, los contribuyentes, que ya miran sin asombro el despilfarro de recursos, el pago de ingentes sumas de dinero para proteger a sus verdugos, a los que maquinan como apropiarse de los presupuestos y que ordenan la desaparición de quienes reclaman sus derechos.

Difícil escoger a quién elegir. Tal vez sería mejor abstenerse de señalar quién pueda ser el guía, pero es una práctica que siempre gana las elecciones pero no tiene ningún efecto. Acostumbrados durante décadas a ver elegir con pocos votos a los mismos de siempre, la abstención es más una burla que una amenaza de cambio, un menosprecio general que se traduce en aceptación del orden establecido.

¿Votar en blanco? Tendría validez si supiéramos que nuestro pueblo, enseñado al arribismo social y político, uniera su descontento para ganar de esta forma las elecciones. Pero el blanco sólo sirve para avalar el triunfo de los otros, los de siempre, y acaso sea comentario poselectoral y pare de contar. ¿No pasó eso en las legislativas, donde las fuerzas oscuras se apoderaron del congreso?

Pienso que hay que votar. Por cualquiera, pero votar. Hay que demostrar que el sometimiento debe ser roto, que las ideas pueden triunfar sobre la intimidación y los asesinatos, que la esperanza puede imponerse sobre el miedo. Hay que demostrar que podemos ser otros. Hay que derrotar esta campaña vergonzosa de falsedades y bajezas.

Por eso, pienso, voten, sí, pero contra los canallas y corruptos.

Credito
BENHUR SÁNCHEZ SUÁREZ

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