De nuevo el Museo de Arte del Tolima, MAT, se apunta un éxito con la apertura de cinco exposiciones de alto nivel de contenido y calidad estética. Con ellas demuestra la calidad de su trabajo y el profesionalismo con que maneja cada una de sus actividades.
Los ibaguereños y tolimenses debieran acudir masivamente a disfrutar de estas exposiciones, porque se convierten en oportunidades únicas para gozar de planteamientos estéticos novedosos, de conocer la historia de nuestras artes plásticas, y de acercarse al rumbo que toma el arte contemporáneo con nuevos artistas que exploran caminos distintos para expresar su posición frente al mundo.
Y esto ha sido posible gracias al trabajo del Museo para establecer convenios con entidades como el Museo Nacional y la galería LGM Arte Internacional, que nos permiten tener en nuestro medio obras originales de altísima calidad.
Precisamente la reunión de 30 grabados en la exposición Arte Joven/Arte Gráfico, preparada por el Museo Nacional, es una excelente muestra del desarrollo de la gráfica en el país porque, además, reúne lo más destacable de esta disciplina artística, cuyo auge se diera en las décadas de los años 60 y 70 de pasado siglo.
El grabado fue importante porque buscaba popularizar el arte y hacer asequible su apropiación mediante su proceso de reproducción múltiple, que compaginaba muy bien con el fervor social y político que impulsaba a la juventud por esos años.
Hoy ha perdido esa importancia, tal vez desplazado por los medios digitales y las posibilidades que brinda de explorar ejecuciones diferentes, como las que se pueden apreciar también en el MAT, surgidas del ingenio del artista venezolano Yenel Sánchez.
El contraste es espectacular porque la impresión se logra con dos medios distintos: el grabado en prensas tradicionales, ya sean xilografías (plancha de madera) o aguafuertes (plancha en metal), y el digital hecho en máquinas tecnológicas como el plotter, por ejemplo.
Los trabajos del escultor antioqueño Juan Mejía, de impecable factura, nos remontan al arte cinético porque buscan el movimiento de las formas a través del contraste de la luz y de la sombra con cortes y pliegues de la superficie.
Las esculturas de Jerónimo Villa establecen el movimiento progresivo de la forma a través de composiciones en alambre, movimiento que es perceptible en la manera como se complementan e integran las partes con el todo en cada obra.
Finalmente la obra pictórica de Rossina Bossio explora la cotidianidad del ser humano a través de la mujer como su personaje central en escenarios que sugieren la vulnerabilidad, la desprotección de la vida frente a la realidad. Son exposiciones dignas de ser admiradas por todo aquel que sienta que el arte debe ser parte de toda sociedad civilizada.
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