Entre 1991 y 2001, esto es, en los primeros 10 años de vigencia de la Constitución de 1991, el discurso político y la acción política de los sectores comprometidos con la institucionalidad buscaron reconciliar y acompasar dos dimensiones adjetivas de la democracia: la participación y la representatividad.
Para entonces, todos los esfuerzos programáticos apuntaban y se catapultaban alrededor de los conceptos de democracia participativa y democracia representativa.
En esa década, cuando ya eran galopantes los fenómenos guerrillero, paramilitar, narcotráfico y corrupción, la democracia era un propósito sustantivo que era menester profundizar con tonos participativos y representativos.
Desde 2001 y a la fecha aquellos sectores que juegan dentro de las orillas de la institucionalidad se han inspirado, han discurseado y han actuado con base en conceptos tales como seguridad democrática, prosperidad democrática, legalidad democrática, polo democrático, centro democrático, izquierda democrática, derecha democrática.
Lo común a esos conceptos es que la democracia pasó a jugar papel adjetivo para calificar otros propósitos; desde entonces, lo sustantivo es la seguridad, la prosperidad, la legalidad, la izquierda, la derecha, el centro.
De 2001 a la fecha, el fenómeno guerrillero, paramilitar-bacrims, narcotráfico y de corrupción siguen vigentes con nuevos matices. La articulación entre la dimensión participativa y representativa de la democracia es propósito olvidado.
Ante situaciones críticas, lo sustantivo prima sobre lo adjetivo. Una democracia adjetivizada se sacrificada cuando un colectivo prioriza otros propósitos por encima de la misma democracia. La obsesión por la seguridad, por la prosperidad, por la legalidad, por el centro, por la izquierda, por la derecha, pueden sacrificar los avances contundentes por consolidar en Colombia una verdadera democracia.
Es menester en relación con el futuro de la democracia en Colombia, hacer de ésta el propósito sustantivo y central del discurso y de la acción política.
Colombia necesita DEMOCRACIA segura, productiva, DEMOCRACIA justa, incluyente, DEMOCRACIA sostenible, soberana, DEMOCRACIA institucional, DEMOCRACIA partipativa y reprensentativa.
La democracia sustantiva requiere de clarificación y reivindicación del poder constituyente primario, tantas veces movilizado y siempre tan desoído como espacio de creatividad social y fuente de mandato político. DEMOCRACIA sustantiva y poder constituyente: binomio para el futuro.
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