Al conmemorarse un aniversario más del asesinato del gran dirigente liberal Luis Carlos Galán es pertinente hacer una reflexión acerca de lo que significó ese período de nuestra historia reciente en que los grupos paramilitares, convertidos en una verdadera ‘máquina de guerra’ por Pablo Escobar, el Mexicano y sus socios narcotraficantes, al traerles asesores israelitas, ingleses y australianos para volverlos su aparato militar contra el Estado y los dirigentes políticos más relevantes, causaron un verdadero período de narcoterrorismo a la sociedad colombiana, con atentados indiscriminados, magnicidios, asesinatos y secuestros.
Luis Carlos Galán fue un joven dirigente liberal santandereano, hijo de uno de los mejores Presidentes que tuvo Ecopetrol, don Mario Galán, y quien desde muy joven se planteó la necesidad de vincular los jóvenes a la política y a los partidos –organizó encuentros de jóvenes universitarios, fue un destacado y activo periodista con el apoyo de don Roberto García -Peña en El Tiempo-, pero con unas ideas claras de renovación y sobre todo teniendo referentes éticos muy importantes para la misma.
Luis Carlos Galán lideró, con un grupo de jóvenes dirigentes liberales como Rodrigo Lara, Iván Marulanda, Gabriel Rosas, entre otros, una de las tres disidencias liberales más importantes del Partido Liberal en el siglo XX, después de la Unir de Jorge Eliécer Gaitán en los años 30 y de la del MRL de Alfonso López Michelsen en los 60, la del Nuevo Liberalismo, que tuvo como elemento central, además de los aspectos programáticos, un componente ético muy fuerte.
La gran preocupación de Galán era cómo dignificar la política, cómo hacer para que los Partidos Políticos y en especial el suyo, el Liberal, fueran realmente referentes confiables para los colombianos y no aparatos al servicio de intereses oscuros en los cuales el clientelismo, la corruptela y el engaño fuera lo que predominara.
Galán asumió con valor la tarea de confrontar la corrupción y especialmente a la mafia de narcotraficantes que en ese momento pretendía arrinconar a la sociedad y al Estado y en esa tarea se fue su vida, al ser incapaz el Estado de protegerle su vida, por la corrupción que permeó en esos momentos a organismos de seguridad estatales y que llevó igualmente al asesinato de ex candidatos presidenciales como Jaime Pardo Leal, Bernardo Jaramillo y Carlos Pizarro, todos ellos bajo las balas de paramilitares al servicio del narcotráfico.
Cuando Galán es asesinado en Soacha, estaba a punto de ser elegido Presidente de la República como candidato único del Partido Liberal, luego de haber retornado a su partido, previos acuerdos de democratización de las reglas del juego partidista, entre ellos que la selección de su candidato no fuera por el mecanismo tradicional y con frecuencia amañado de la Convención, sino a través de mecanismos de consulta popular, lo cual conllevó procesos de democratización al interior de su partido, el Liberal.
Los colombianos no podemos olvidar nunca a Luis Carlos Galán, su vida y su ejemplo. CODA: Todos los colombianos debemos acompañar con entusiasmo la cruzada liderada por el profesor Ignacio Mantilla, Rector de la Universidad Nacional y apoyada por sus exrectores, en la búsqueda de los recursos económicos necesarios, tanto en el sector público como en el privado, para reparar y restaurar la planta física del campus de la sede de Bogotá de la universidad, que se encuentra en estado que amenaza ruina.
La Universidad Nacional, junto con la de Antioquia, el Valle y la UIS, son el emblema de la universidad pública colombiana y no se puede permitir que ninguna de ellas se deteriore. Colprensa.
Al conmemorarse un aniversario más del asesinato del gran dirigente liberal Luis Carlos Galán es pertinente hacer una reflexión acerca de lo que significó ese período de nuestra historia reciente.
Credito
ALEJO VARGAS VELÁSQUEZ
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