« Cuando llegó el tiempo de la purificación, según la ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: «Todo primogénito varón será consagrado al Señor», y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor: «un par de tórtolas o dos pichones.» °°° Lucas 2, 22-32.
Jesús se somete a la ley, logra darle sentido; la convierte en vida, en Gracia, en derecho, en respeto, en justicia, en orden. El espíritu de la ley conduce y perfecciona el entendimiento de hombres y mujeres. Si Jesús cumplió la ley de Moisés como estaba mandado según las Escrituras, (cf. Lucas 2, 22) es porque ése es el instrumento que regula y organiza la vida social nuestra. Jesús se somete a la ley de Dios, de su Padre celestial; sus deseos son los de enseñarle a la humanidad, que la libertad no se logra destruyendo la ley o violando normas y preceptos, sino dándole plenitud, espíritu y vida a lo establecido. El apóstol san Pablo entendió muy bien el misterio de la Palabra de Dios: La ley del espíritu es el imperativo del interior de cada persona. El Espíritu Santo, se hace maestro y guía del espíritu del hombre. (cf. II Corintios 3, 3).
Pensemos según la ley de Dios: La purificación de la madre, ya estaba prevista según la ley de Moisés, así quedó consignada en el libro sagrado. (cf. Levítico 12, 2-8). Esa misma ley se cumplía 40 días después del parto. La consagración del Hijo primogénito, también estaba previsto en la ley. (cf. Éxodo 13, 11-16). Simeón y Ana son dos personajes que representan la sabiduría; son testigos de la memoria del pueblo. Transmiten las promesas y las esperanzas a las nuevas generaciones. Simeón representa a todos aquellos que esperan el consuelo de Israel (cf. Lucas 2, 25-32). La profetiza Ana, con sus 84 años de edad, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, es el modelo de la persona de oración, del sacrificio, de la perseverancia. (cf. Lucas 2, 36-38).
Jesucristo nos plantea un cristianismo según la voluntad de Dios y no según el parecer de cada persona. El que viene a ofrecer la libertad y la paz, inicia su misión respetando los códigos sociales, y proponiendo un espíritu de vida diferente que no desconoce el valor de lo escrito. Parodiando el misterio bíblico de la presentación del Señor. El Papa Francisco propone acertadamente pensar en la posibilidad de la misión de cada generación: “María y San José son los jóvenes cumplidores de la ley, los que proponen las ideas del futuro. Simeón y Ana, son los ancianos que custodian el pasado. Si los jóvenes abren nuevas puertas, los ancianos tienen las llaves.” Cuida tu salud: Quien se acostumbra a la ley de Dios, no maltrata a los demás.
Arquidiócesis de Ibagué
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