‘The Walking Dead’ y ‘la corrupción ambulante’

José Germán Zarama De La Espriella

‘The Walking Dead’ es una conocida serie de televisión, que se inició en 2010 y discurre en un mundo post-apocalíptico. El protagonista es un policía que al despertar de un coma encuentra que la civilización ha desaparecido. En esta ‘distopía’ los muertos reviven como zombis y atacan personas sanas, las transforman a su vez en ‘muertos que caminan’, verdaderos cuerpos corruptos y amenazantes. La lucha de la humanidad por liberarse de esa plaga y llevar una vida normal, alejada de los muertos vivientes, parece una utopía. Por lo menos hasta las más reciente temporada. La corrupción ambulante en Colombia parecería una parodia, en formato de reality, de esta serie. En el nuestro, la trama se desarrolla en un mundo posconflicto.

En este escenario los protagonistas somos todos los colombianos que acabamos de despertar moralmente ilesos de la guerra. Seguro que el virus de la ‘corrupción ambulante’ estuvo actuando siempre a nuestro alrededor. Si nos remontamos, por ejemplo, al llamado ‘Frente Nacional’, encontramos que erradicó la violencia partidista. Pero, lo que se discute es que esta iniciativa coadyuvó mucho en la descomposición sistémica de la política, al repartirse el poder entre dos grandes partidos. Al mismo tiempo, tal corrupción habría sido caldo de cultivo para la escalada de grupos guerrilleros y de narcotraficantes.

Desde entonces, al menos, en medio de la creciente descomposición social, ser político del ‘establecimiento’ se volvió entonces un camino seguro al ascenso social, en el que confluyeron los más altruistas espíritus con los sujetos más deleznables. Pero obnubilados por las batallas apocalípticas, que por décadas libramos contra la guerrilla y los paras, no habíamos puesto suficiente atención a este fenómeno. Ahí empezó una estructura política que propició la corrupción sistémica que hoy nos aterra.

Lo cierto es que recién ahora, cuando despertamos de semejante guerra, caemos en cuenta de que demasiados vecinos nuestros son verdaderos zombis, que perdieron su “alma”. En la corrupción ambulante, nuestra sociedad también lucha por liberarse de los zombis, personajes que en nuestro “reality” denominamos ‘corruptos’. Y claro, los colombianos sobrevivientes del holocausto paraco-guerrillero luchan para no dejarse contaminar, por no perder su “alma” -sus valores éticos y principios de solidaridad.

Encontramos moralejas adaptables a nuestra realidad. El futuro de la humanidad depende de nuestra capacidad de pelear contra los zombis. Pero cuidado. Los zombis no son la verdadera amenaza. En un momento dado de la serie gringa los vivos son un peligro todavía más grande. Es cuando aparece la paranoia colectiva y nadie sabe con certeza quién está incontaminado o quién ha sido infectado por ‘la peste’ de los zombis.

En la corrupción ambulante colombiana, todos los días aparecen nuevos villanos.

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