Eduardo Santa Loboguerrero, ilustre representante de la literatura tolimense partió de este mundo en la madrugada del sábado en Bogotá. Su fallecimiento a los 93 años de vida, estaría relacionado con un cáncer con el cual venía luchando desde hace varios años.

Su legado reúne una serie de relatos, novelas y poemas, entre los títulos que se destacan está la Provincia Pérdida (1951), Sin tierra para morir (1954), Arrieros y Fundadores (1961), la biografía de Rafael Uribe Uribe (1962) y la Colonización Antioqueña, una empresa de caminos (1993).

De Arrieros y Fundadores se resalta que es una obra que retrata la colonización antioqueña de su querida tierra y la cordillera norte del Tolima, igualmente, que es un libro que está presente en cada hogar del Líbano.

Fue bachiller del colegio público Instituto Nacional Isidro Parra y se graduó como abogado de la Universidad Nacional de Colombia, igualmente, hizo un posgrado en Ciencias Políticas en la Universidad de George Washington en Washington, Estados Unidos.

En el campo profesional se destacó en diferentes áreas, por ejemplo, en el gobierno de Alberto Lleras Camargo estuvo en la dirección de Acción Comunal, la Secretaría General y la Dirección, que es equivalente en la actualidad a un viceministerio.

Asimismo, fue director de la Biblioteca Nacional de Colombia, rector de la Universidad Central, director del Departamento de Humanidades de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, alma máter que ayudó a fundar.

También, profesor emérito de la Universidad Nacional, miembro de honor de la Academia Colombiana de la Lengua y de la Academia Colombiana de Historia e hizo parte de la Real Academia de Historia de España, al igual que, presidente honorario de la Academia de Historia del Tolima. En 1982 se le concedió el Premio Nacional de Literatura.

Santa Loboguerrero integró diferentes academias de historia y literatura también en México y Estados Unidos e hizo parte de la Comisión de Lingüística y Lexicografía.
Dedicó tiempo para ser editor y comentarista de la poesía completa de Porfirio Barba Jacob y del poeta Alberto Machado Lozano. 


"El hombre aquel abrió sigilosamente la puerta y entró a mi camarote sin hacer ruido, como si estuviera sostenido únicamente en las puntas de sus pies. Sus pasos eran menuditos, como los de un gato o los de un fantasma (…)" 
                                                                        Fragmento de la novela La pipa del capitán, 2017.
 

Mensajes de admiración 

Jorge Ancízar Cabrera Reyes lo recordó en un escrito como un hombre que llevó una “vida ejemplarizante y su obra representada en sus libros, seguirá presente en las actuales y próximas generaciones”.

Mientras que en la Casa de la Cultura Luis Flórez de su querido Líbano, se rindió homenaje con un minuto de silencio para recordar la profunda huella que deja en esta tierra, de la misma forma, escribieron que: “Gracias al interés que despertaron en su momento el libro Arriero y Fundadores, entre otras obras, el Líbano es uno de los municipios más analizados por científicos sociales de Colombia y el mundo”.

Y el reportero, escritor y paisano José Alberto Mojica expresó en sus redes sociales que “sin duda, el libanense más ilustre de todos los tiempos. Un auténtico intelectual que nunca presumió de todo lo que sabía, ni de sus libros y que nunca se desprendió de su pueblo”.

Según información de medios virtuales, debido a la situación sanitaria por la que atraviesa el país, las exequias del tolimense las harán sus familiares más cercanos en una ceremonia íntima.