Entre las razones por las que se han ido posicionando los centros de frutas y verduras, se incluye la comodidad del cliente para comprar, así mismo la limpieza que muestra el lugar y la seguridad.
Teniendo en cuenta el panorama, la preocupación recae en que si no se presta la atención adecuada a la situación, es posible que las plazas tiendan a desaparecer.
“Ibagué tiene sus plazas abandonadas, ni siquiera existe una central de abastos, y eso que es ciudad capital de un departamento netamente agrícola; los campesinos no tienen adónde traer sus productos, pues simplemente llegan y si no lograron venderlos rápidamente tienen que dejarlos botados o, prácticamente, regalarlos”, afirma el cabildante.
Y esta percepción concuerda con la realidad de los trabajadores de las plazas de mercado, como por ejemplo, en la que está ubicada en la calle 21.
Ellos aseguran que desde que los vendedores ambulantes se posan en las aceras y calles de la plaza los usuarios no van al interior de la plaza, lo que genera una gran desventaja para los arrendatarios y propietarios del lugar.
Otra señal que hace evidente el deterioro de estos lugares de comercio es el hecho de que anteriormente se contaba con administración, la cual se preocupa por las necesidades y problemáticas de los usuarios.
La seguridad es otro factor que hace que se alejen los usuarios, por ello se trabajó en la recuperación del CAI en la plaza de la 21, proceso que contó con el apoyo de los comerciantes para adecuarla y pintarla, de esta manera se tiene un servicio de vigilancia para esta parte de la ciudad.
El llamado que hace el Concejal radica en que los ciudadanos vuelvan a mirar a las plazas de mercado como un lugar en el que pueden encontrar productos naturales y frescos a un precio justo, de esta manera se apoya tanto a los campesinos que llegan como a los ibaguereños que trabajan diariamente en este lugar.
No obstante hace reiteración en la viabilidad de construir en la ciudad una central de abastos.
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