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Al presidente le queda un año largo de gobierno, pero desde su llegada su postura hacia la Fuerza Pública no ha sido la mejor. Por todos lados se observa como el gobernante dejó en claro su actitud hacia los militares y policías, su trato benevolente con los grupos armados ilegales, la primera línea, su rechazo al servicio militar y muchas acciones más que dejan clara su forma de gobernar en el tema de seguridad y defensa de Colombia.
Colocó a Velázquez, que con su carita de “yo no fui”, desde su llegada le restó el presupuesto del sector defensa y jamás se le vio posturas fuertes con el tema de la seguridad de los colombianos, pero sí les restó capacidades, respaldo y apoyo logístico a las instituciones castrenses.
No es que no estemos contentos con la llegada del general, ni más faltaba; el tema está en lo que él mismo le dijo al presidente: “Yo no soy experto en política”, y los ministros de defensa se mueven dentro del contexto político, un primer factor en su contra, toda vez que allí es donde se juegan los hilos de los tres poderes de gobierno (ejecutivo, legislativo y judicial)
Precisamente por eso cambiaron hace 34 años a los ministros generales: primero porque no sabían moverse en el escenario político y segundo porque el presidente era su comandante supremo en la jerarquía del mando. Para nadie es un secreto que el Ministro de Defensa no tiene mando y se debe a la conducción política del gobernante que lo nombra.
Por muy buenas intenciones tardías con las que nombró a un militar en la cartera de defensa, eso no le va a proporcionar la paz total a Petro, no va a solucionar el problema del Catatumbo, Chocó, Arauca, Cauca y Nariño, además de la inseguridad del país, no producirá los cien mil hombres faltantes militares de déficit que tiene solo el ejército, no bombardeará, no fumigará los cultivos ilícitos, no recuperará la autonomía de vuelo de las aeronaves que bajaron al 50 por ciento de sus capacidades y mucho menos logrará, como dijo en campaña, en tres meses solucionar el tema de sus homólogos, los del ELN.
Haciendo una buena hipótesis, el general convenció a Petro del problema de Colombia y este actuó de inmediato con buena fe y lo nombró, o Petro vio al conejillo de indias para decir que nombró un ministro civil y no sirvió y un militar tampoco, como quien dice; podría ser un fusible en el tema de la seguridad que, como bien dijo el general, “el país está en cuidados intensivos” por culpa del mismo presidente.
Pero como es Petro el presidente, las hipótesis y pronósticos pueden ser más turbias que limpias; el tiempo lo dirá. La verdad deja muchas incertidumbres tanto para los de izquierda como para los de derecha; el temor podría proyectarse en el papel que pueda cumplir el ministro en las próximas elecciones para el 2026, la continuidad del Pacto Histórico, el futuro del progresismo y las intenciones políticas que están sobre la mesa del futuro del país.
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