Pareciera que “hacer primero y contar después” fuera la estrategia. Cuando fue anunciado el yacimiento de la Colosa, en diciembre de 2006, los colombianos se enteraron con sorpresa que se estuvo explorando secretamente durante años.
En febrero de 2011, los campesinos de Anaime, corregimiento de Cajamarca, se opusieron a la entrada de los funcionarios de AngloGold para la socialización del proyecto, a raíz del rechazo que despertaron por estar realizando actividades de prospección en la cabecera del acueducto sin el conocimiento y sin el consentimiento de las comunidades.
De este modo, las actividades mineras en las vecindades de Cajamarca prendieron las alarmas sobre un proyecto desconocido que empezó a llamarse Colosa Regional, del cual sabe muy poco la opinión general.
El mes de diciembre pasado se supo que Anglo Gold está realizando estudios en Doima, sobre la viabilidad de una planta que haría en ese corregimiento, para el procesamiento del material que se extraiga de la Colosa. Cientos de habitantes se manifestaron en contra de la presencia de la empresa. Varios de ellos denunciaban que AngloGold ha estado operando en la zona sin informar previamente a las comunidades.
De todos estos asuntos se sabe más en Londres que en el Tolima. El proyecto Colosa Regional, por ejemplo (también llamado Anaime-Toche) cubre un área de 60 mil hectáreas, área equivalente a una tercera parte de la extensión del Quindío. Dentro de esta área, según informes para los inversionistas londinenses, la empresa ha encontrado un nuevo yacimiento, denominado Proyecto Santa María. Este proyecto sería el cuarto proyecto prioritario de AGA en Colombia, que entraría en producción en el año 2025. Sin embargo, la ubicación exacta de este proyecto no es conocida por la opinión pública.
Se ha visto alrededor del mundo que la minería tiene desastrosos impactos ambientales y sociales para las regiones y comunidades. Todo indica que esa afectación puede llegar, no sólo a Cajamarca, sino a una zona muy extensa del territorio tolimense. Paisaje, agua, desplazamientos, contaminación, producción alimentaria y biodiversidad son los factores que están en juego. De no darse la movilización ciudadana y la evaluación política y científica de lo que está ocurriendo, AngloGold tienen el potencial de cambiar la faz del Tolima para siempre.
Millones de colombianos y millones de extranjeros como yo, vemos como un horror y un error destruir una montaña, o contaminar un río. Nunca como ahora, cuando son evidentes las señales del calentamiento global, ha estado el planeta en un riesgo mayor para preservar la vida y la supervivencia. Por lo mismo, para un mundo justo, humano y civilizado, no todo puede verse como mercancía ni todo puede ser materia de negocio.
Ojalá que AngloGold cambie de negocio o que, por lo menos, sea más transparente acerca de sus acciones y sus intenciones.
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