Locomotora minera

La “loco” motora de Minería a Gran Escala, cuyo maquinista es el presidente Santos, más que aportar progreso a las regiones, es un perverso convoy que destruye ecosistemas, ocasiona contaminación y perjudica la disponibilidad de agua, lesiona áreas protegidas y produce irreversibles y nocivos impactos ambientales. Hechos futuros que parecen no importarle a su fogonero.

Sufriremos graves consecuencias hasta en seguridad, porque para poder tener fuerza pública custodiando infraestructura y actividad minera, ordenó rebajarnos en 30 por ciento nuestra protección. Además, ya dio inicio a la conectividad que dicha industria necesita para la movilización de sus productos. Entonces, dentro de poco, desde diferentes sitios del país, veremos trencitos deslizándose por modernas redes ferroviarias que van a puertos fluviales y marítimos cargados, entre otros, con toneladas y toneladas de níquel caliza y hierro, más 160 millones de toneladas anuales de carbón y 93 de oro.

Si no queremos que desde 2016, auríferos vagoncitos adornen nuestros paisajes camino a Buenaventura, cargados con los 24 millones de onzas de oro  que reposan en la reserva forestal de Cajamarca y cuya explotación será a cielo abierto, tenemos que detener al Gobierno y a Anglogold Ashanti, ya que, La Colosa y otros sitios del Tolima, aún están a tiempo de salvaguardarse.

Que no suceda como en el municipio de San Luis, en donde a finales del año pasado, Cortolima dio el visto bueno para instalar una cementera. Lo hizo en contra de la mayoría que deseaba seguir trabajando la agricultura y ganadería y, no quería  que mortíferos proyectos de ambiciosos inversionistas extranjeros y de quienes juegan de locales, obligaran el desplazamiento e invadieran la zona de burdeles, cantinas, oropeles y delincuencia, para después dejar como recuerdo sólo inmensos cráteres lunares y más pobreza extrema.

Luego, tenemos motivos de sobra para buscar que no desaparezca nuestro patrimonio económico, social, histórico y cultural. En el caso de La Colosa, una inestimable despensa alimenticia, albergue de abundante biodiversidad de fauna, hogar de especies en veda como roble, palma de cera, musgos, líquenes y cuna del río Coello, cuya líquido es fuente insustituible de vida y heredad inalienable de la humanidad.


No queremos ninguna empresa minera en Cajamarca, Piedras, Doima, Coello, ni en otro punto de suelo tolimense. Pero como la salvaje explotación minería a gran escala es decisión neta del Gobierno Nacional, tenemos que hacer frente común sociedad civil, empresa privada, gremios económicos y entes gubernamentales locales y seccionales, para defender La Colosa. Y, así como a veces en pro de causas intrascendentes y fútiles sacamos a flote la determinación, verraquera, garra y espíritu pijao, en este caso, sin dar marcha atrás, hagámonos sentir a nivel nacional, exigiendo que el tema se decida en consulta popular.

Credito
EL NUEVO DÍA

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