La vida en sí misma, y lo digo sin el ánimo de sonar trascendental, está llena de un sinnúmero de relaciones jurídicas que a veces ni advertimos. Tanto es así, que usted se encuentra protegido por toda la fuerza de un ordenamiento jurídico desde mucho antes de tener conciencia de ello. Los tratados internacionales, la Constitución, las leyes, los decretos, y cualquier otro tipo de ‘norma’ de esas que usted suele odiar sólo con escuchar su nombre, son una fehaciente prueba de todo el aparato que se encuentra dispuesto para usted. Si bien no soy una defensora del exceso de leyes que, infortunadamente, se ha convertido en una tendencia muy común en nuestros días, me atrevo a ser un tanto idealista y afirmar que al fin y al cabo, cualquier tipo de norma encuentra su razón de ser sólo en la persona (por lo menos en estados sociales de derecho como lo es el nuestro), es decir, en usted.
Con sorpresa y algunos visos de preocupación, he notado que el ejercicio del derecho en Colombia no está cumpliendo con todas las funciones que debiera y en especial, con una de ellas: la preventiva. Al realizar una pequeña encuesta entre amigos y conocidos, he podido confirmar que sólo un 30 por ciento de los encuestados, que se encuentran entre los 25 y 45 años de edad, alguna vez en su vida han contratado formalmente los servicios de un abogado. Quiere decir esto, entre otras cosas, que el 70 por ciento restante tal vez ha recurrido a ‘la llamada a un amigo’ o al ‘todopoderoso’ Google, cuando ha tenido algún tipo de consulta de índole legal.
Y, entonces ¿en qué puede resultar todo esto? Lamentablemente, puede que usted o algún amigo suyo pertenezca al 70 por ciento de personas que, pese a requerir eventualmente los servicios de un abogado, ha optado por otras alternativas y después se ha tenido que enfrentar a las difíciles consecuencias de esto. Problemas legales de tipo laboral, civil, comercial y hasta penal son más comunes de lo que se cree: Lo que se puede decir al respecto es que, en su mayoría, estos problemas son previsibles y ocurren por la asesoría profesional anterior a la ocurrencia del hecho, que brilla por su ausencia.
La buena noticia es que la conocida frase de ‘es mejor prevenir que lamentar’ resulta aplicable en todo sentido a este tipo de situaciones. Usted lo verá reflejado en su tranquilidad, en la seguridad de actuar conforme a la ley y especialmente, en su bolsillo, ya que naturalmente, los honorarios de su abogado serán directamente proporcionales a lo avanzado que se encuentre su problema.
(*) Asesora Jurídica de la Presidencia Nacional de FENALCO
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