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No sabemos quién controla; para dar dos ejemplos, las inundaciones en la Costa Caribe y los incendios forestales en la Amazonía. El robo de zonas para convertirlas en tierras de explotación agropecuaria, tiene responsables que utilizan su influencia para aumentar sus capitales y su poder tan vinculado a la mafia.
Ya es algo tan cotidiano como el robo al erario público y las justificaciones con discursos babosos que dejaron como tema los calzoncillos de colores, colgados en alambradas, por ataques del castrochavismo colombianizado. Los conspiradores madurando y los espíritus del mal apoderándose de los magistrados malpensantes por no seguir las instrucciones del primo de Pablo y los ejemplos de amor a la justicia y a la patria de Luis Camilo Osorio, Cianurito Martínez, Saludcoop Montealegre, Inversolsa Londoño y el bulto de musgo moral de Ernesto Samper sin sus 8.000 toneladas de jotos de inocencia.
A Colombia le sobran normas sobre protección del medio ambiente. De igual forma, parlamentarios, gobernadores, corporaciones, curadores, personeros y funcionarios para atender el asunto, pero basta con mirar lo del Tolima para entender un poco la vaina. Con disculpas por un canje de mal gusto se repartieron licencias, permisos y justificaciones para burlarse de las víctimas del río Saldaña de Ataco y Chaparral y con lo de la represa del Totare le golpearon la cara a los campesinos de Venadillo, Anzoátegui y Santa Isabel. Y sin esculcar mucho aterra lo que hacen con los cerros del norte en Calambeo.
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