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Para insistir en la relación entre naturaleza y cultura miremos lo que está pasando con el medio ambiente. Observemos lo que está ocurriendo con el río Luisa, los pueblos afectados por las petroleras, los cerros de Calambeo de Ibagué, los destructores de bosques para darle espacio a los cultivos de coca, a los potreros de ganado y a la minería ilegal.
Medio ambiente, cultura y ser humano. Algo que va de la mano de la educación y nos da tela para cortar. El amor por la naturaleza y la ética inician en el hogar y se complementan con la educación, especialmente en primaria, en las escuelas así sigan medio abandonadas. Bueno sería la alianza entre padres de familia, juntas de acción comunal para una campaña permanente de protección del medio ambiente que incluya la no quema de desperdicios y rastrojos, la protección de las fuentes hídricas y la reforestación con flora nativa. Los niños pueden aportar las plantas medicinales para la botica veredal.
Lentamente y con persistencia la comunidad se integra y comienza a disfrutar la lúdica con los chinches, se organizan actividades culturales y cambia la vida en la vereda. Al lado va la identidad cultural, el sentido de pertenencia y el amor por la tierra, por su patrimonio cultural material e inmaterial. Todo esto puede cambiar la vida en el sector rural, con indígenas y campesinos. Y lo disfrutaríamos todos. Una buena forma de aportarle al desarrollo del país y a la paz.
Ñapa 1. ¿Se imagina una serenata con instrumentos musicales sin cuerdas y artistas que no cantan? ¡Claro! Una perorata televisada de Duque.
Ñapa 2. Suena la tertulia ‘tintiada’ para dialogar sobre la música.
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