Después de 10 días hospitalizado, el martes en la noche falleció Julio Villa, el anciano de 92 años que en abril creó polémica en la ciudad por la posible venta de tierras en el barrio Picaleña. Al parecer, un paro respiratorio fue lo que ocasionó su muerte.
Don Julio era reconocido por ser pionero en la construcción de la comuna Nueve, en el sector de Picaleña, y también por ser el apoyo de centenares de familias que además de querer comprar lotes para construir sus casas, habían sido ayudadas por este hombre en los momentos de escasez.
Las pertenencias del pintoresco personaje, del que se rumoró tenía una 'guaca' escondida en su humilde hogar, quedaron bajo la responsabilidad de Lila Alejandra Hernández, nieta, y de Juan Daniel Guerrero, bisnieto, quienes lo acompañaron en sus últimos días.
Tras la muerte del 'Mesías' de Picaleña, quedaron muchos vacíos con relación a los procesos legales que hay alrededor de los lotes que el viejo Villa heredó de su padre, que tiene el mismo nombre, Julio Villa, reconocido también por traer desarrollo a la ciudad.
“Los de bajos recursos”, que fueron siempre la familia del 'Mesías', quedan a la espera de una solución, pues al igual que Don Julio, no quieren que la herencia que dejó llegue a manos de la gente con plata.
Un sentido adiós
Las exequias de Julio Newton Villa, se llevarán a cabo hoy a las 11 de la mañana en la iglesia Cristo Rey, del barrio Picaleña.
Vecinos del hombre de barba blanca, ojos azules y arrugas pronunciadas, dicen que lo recordarán como un ser caritativo que siempre puso por encima de él a los más necesitados.
“Es una pérdida muy grande. Todos estamos tristes”, concluyó Miryam Rengifo, amiga y siempre acompañante del hombre solitario de la comuna Nueve.
Una historia para recordar
Julio Villa (1877-1960), padre de Julio Newton Villa, fue el ingeniero que hizo el trazado del ferrocarril Espinal - Ibagué y el puente de Girardot, y participó en la construcción de la electrificadora del Guamo, entre otros proyectos.
Obras que llevaron a que el ingeniero adquiriera decenas de hectáreas, fincas para su capital, que tiempo después se convirtieron, tal vez, en una herencia polémica.
Su único heredero fue Don Julio, el hombre que era conocido por su barba blanca, ojos azules y calvicie pronunciada. Su rancho, viejo y desgastado y que en su interior es un ‘cuchitril’, demuestra el abandono social y legal al que llegó por no reconocerse su herencia.
Pues, antes de su muerte, jamás se comprobó en la Fiscalía que las tierras que el ‘loco’ de Picaleña, como mucha gente lo había catalogado, eran o no de él.
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