De manera permanente se escuchan quejas por el mal servicio en los almacenes, los bancos, en los restaurantes, en el transporte, en los supermercados etc.
Llega una época de celebraciones y con frecuencia se tienen dudas sobre qué menú ofrecer en cada evento, ya que se aspira a que todos los invitados salgan satisfechos.
Aún con la informalidad que se vive en estos tiempos, especialmente entre los jóvenes, las personas tienen claro que a un partido de fútbol no se va con traje de gala, ni a un funeral con estridente vestido rojo, y que tampoco es apropiado asistir a un matrimonio en pantalonetas.
Es común que las personas sientan temor al hablar en público. Si usted está en ese grupo, no se angustie, no es el único. Muchos padecen ese mal. Y si lo ve desde el lado positivo, considere que es una preocupación que con seguridad lo impulsa a un mayor esfuerzo para prepararse mejor; lo malo es dejarse dominar por el pánico o sustraerse de hablar por el temor a fallar.
Cuando se habla de cortesía o modales es frecuente que la gente piense que se habla de acartonamiento, complicación, o sofisticación. Nada más errado. Por ello es conveniente reiterar sobre este concepto.
Recibir visitas es agradable, sin embargo hoy, por muchas razones, esta costumbre ha sufrido modificaciones significativas, son menos frecuentes y exigen algunos comportamientos particulares para asegurar que ellas sean gratas y pertinentes.
Ser anfitrión es mucho más que ser la persona que invita a un evento. No es solo cuestión de organizar una actividad, es preciso anticipar todos los detalles para que la misma cumpla su objetivo y al final pueda calificarse como exitosa.
Es preciso revisar su comportamiento al relacionarse con personas que tienen algún nivel de discapacidad, no sea que usted contribuya a hacer más difícil su condición.
Su hoja de vida se ajusta al perfil que busca la empresa y le llamaron para presentar entrevista. Viene entonces un momento crucial para definir si el trabajo es, o no, para usted; por ello es importante que se prepare en forma adecuada, física y sicológicamente, para ese momento.
Según investigadores del tema hay sólo siete gestos faciales que son universales e innatos. Ellos son los que expresan felicidad, disgusto, temor, sorpresa, atracción, tristeza y repulsión; en todas partes del mundo se pueden reconocer y entender; los demás pueden ser diferentes y corresponden a la cultura de cada comunidad.