Aislados de manera extrema de la sociedad

El día que Manuel* tomó la decisión de cerrar todas las ventanas y puertas de su casa, que prefirió pasar la mayor parte del día encerrado en su habitación, que dejó de hablar con su hermana, compañeros de clase e incluso con sus familiares, tenía 16 años y vivía en un barrio de Girón.

En los pocos momentos que sus padres lo veían estaba parado frente a un espejo apreciando su rostro. No entendían lo que pasaba, pues “sólo tenía unas cuantas espinillas y barros propios de la edad”.

Cansados de la falta de comunicación, los padres de Manuel decidieron enfrentar la situación, que les contara lo que ocurría. La única respuesta que dio fue: “me molesta mi rostro por el acné. No quiero volver a salir, no quiero que nadie me vea así”.

Mientras la familia de este joven enfrentaba la situación en medio de la incertidumbre, Carolina*, de 16 años, preparaba un viaje a Buenos Aires, Argentina; Andrea* programaba sus vacaciones y David* pedía su regalo de 15 años.

Para sus familias el resultado de sus acciones no pudo ser más estremecedor. Carolina, al llegar a tierra del tango no pudo enfrentar a la metrópoli. Durante todas las vacaciones estuvo encerrada en el hotel y se resistió a tener contacto con nada ni nadie.

Andrea, por su parte, llegó hasta el aeropuerto El Dorado de Bogotá y nunca pudo pasar de la zona de inmigración. El descanso soñado en Estados Unidos terminó reducido a las cuatro paredes de su habitación.

Si bien David celebró su cumpleaños, sus padres hoy día culpan al computador que le regalaron y lo declaran “el secuestrador de su hijo”.

¿Qué les puede ocurrir a estos jóvenes? ¿Por qué terminaron alejándose de la sociedad de forma tan radical? ¿Cuál es el detonante de su comportamiento?

Expertos en el tema aseguran que esto se debe a trastornos relacionados con personalidades obsesivas, que se pueden convertir en cuadros de agorafobia, dismorfobia o retraimiento social, también conocido en el mundo como ‘hikikomori’.
    

Inconformes con su físico

Según el siquiatra Germán Rueda, el caso del joven Manuel está relacionado con un trastorno conocido como dismorfobia. “El joven cree de manera equivocada que una parte de su cuerpo (rostro) está deforme y le da más importancia de lo que es. Por eso es que prefiere aislarse y no tener contacto con nadie”, asegura el profesional.

Casos como el de Manuel no son frecuentes. Según el doctor Rueda, a su consultorio llegan como máximo dos al año. El mayor detonante es el acné en el rostro, pero algunos pacientes también se acomplejan por el tamaño de la nariz y los pómulos.

“Lo primero que hacen es acudir a un cirujano plástico para que les solucione lo que ellos según ven, está mal en su cuerpo. Pero nunca quedan conformes con el resultado y demandan a los especialistas sin tener una verdadera deformación”, comenta Rueda.

La dismorfobia puede aparecer durante la adolescencia, evolucionar y reaparecer algunos años más adelante. Muchos casos terminan en los escritorios de los sicólogos y siquiatras y son atendidos por años.

Este trastorno también afecta las relaciones sociales, pues los dismorfóbicos se excluyen de la sociedad. También padecen de baja de autoestima, que en casos graves puede terminar en depresiones severas.

Las víctimas van hasta el aislamiento y la soledad, rechazan en muchos casos las relaciones con amigos y familiares. Además, culpan a estos últimos “por darles una vida llena de deformaciones”. Esto podría explicar lo que le ocurre a Manuel.
    

‘Miedo al miedo’

Según el siquiatra Germán Rueda, casos como los de Carolina, incluso, los de Andrea y David, estarían relacionados con el trastorno de ansiedad conocido como agorafobia.

“A pesar de que etimológicamente la agorafobia es el miedo a los espacios abiertos, hoy se entiende como ‘miedo al miedo’. Es decir, las personas que la padecen tienen miedo a que vean que sufren una crisis de pánico, que es el estado más alto del miedo, y que ésta se desencadene en el momento menos pensado”, explica este profesional.

Los agorafóbicos le temen a salir de la casa, a los supermercados, a cruzar los puentes. “La situación se torna delicada cuando la persona evita salir de su casa. Esta ya es una voz de alerta”, añade este siquiatra.

Un caso famoso de agorafobia se da en la red social Youtube. La británica Jemma Pixie Hizon, de 20 años, conocida por su prodigiosa voz, padece este trastorno que no le permite actuar en público. Esto la llevó a montar un estudio propio en su dormitorio y a mostrar sus producciones musicales por este canal de videos.

Desde hace dos años no ha salido de la casa de sus padres. Estudia música en su habitación donde además prepara los vestuarios que utiliza, el maquillaje y los peinados para las grabaciones.

La joven cantante confiesa que sufría de ataques de pánico desde los seis años con mareos y desmayos, taquicardias y náuseas cuando entraba en espacios públicos como centros comerciales.

A sus 13 años logró actuar en televisión, pero después su situación empeoró.

Actualmente, cuenta con 20 mil fans en Facebook. Con muchos mantiene contacto regular,  inclusive, le envían mensajes de aliento y la motivan a salir de su encierro.

“A pesar de que este tipo de trastornos son evidentes en adolescentes, también pueden presentarse en adultos entre los 30 y los 50 años. A pesar de esto, siguen siendo más frecuentes en la población juvenil las depresiones y el abuso de las sustancias psicoactivas”, concluye el siquiatra Germán Rueda.



RETRAIMIENTO SOCIAL O ‘HIKIKOMORI’

Expertos del área de salud mental de Japón catalogan al retraimiento social o ‘hikikimori’ como un trastorno que mezcla la agorafobia, la  paranoia, la aversión a la luz y la ansiedad crónica. La única cura que recomiendan a los cientos de jóvenes que la padecen en ese país es salir de sus casas.

La triste realidad que han tenido que enfrentar los organismos de atención sicológica y siquiátrica, revela que las víctimas se encuentran entre los 20 y los 40 años y que llevan escondidos en sus casas durante más de una década. Para algunos expertos, la enfermedad cada día empeora. Para encontrar un cura al ‘hikikomori’, se han adelantado estudios que muestran que uno de los principales detonantes de la enfermedad comenzó por el rechazo en la escuela, también conocido como el “síndrome de la apatía”.

Por ahora, desde varios centros de salud mental de ese país se adelantan terapias y grupos de apoyo para las víctimas, dedicados a recuperar sus habilidades de comunicación. También asisten a terapia familiares y sicoterapeutas.


¿Cómo identificar este tipo de trastornos en los jóvenes?

•  La mayoría de los jóvenes presentan conductas evitativas y desconocen los síntomas de esta enfermedad.
• Expresan miedo a múltiples situaciones que producen sensación de enfermedad repentina sin un motivo aparente.
• Pérdida del control en situaciones que lo requieren, que los lleva a experimentar la pérdida de oxígeno y la presión en el pecho.
• Sensaciones de inestabilidad que generan en el cuerpo nauseas, sudor intenso, hormigueo en las manos y en los pies, así como vértigo.

Credito
REDACCIÓN SÉPTIMO DÍA

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