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En un rincón de Ciudad Bolívar, uno de los barrios más desfavorecidos de Bogotá, brilla un rayo de esperanza en forma de olla comunitaria. Aunque suene increíble, en este lugar se ofrecen almuerzos, con sopa y plato principal, por la asombrosa cifra de $1.000 pesos.
Pero este no es un simple acto de generosidad; es el resultado de la noble iniciativa de una mujer valiente y comprometida: la señora Luz Mery Gómez.
La bella historia fue dada a conocer por el portal Las2Orillas: hace 32 años, Luz Mery Gómez decidió establecer su hogar en el barrio Bella Flor de Ciudad Bolívar, un área conocida por su extrema pobreza y la difícil situación que enfrentan sus habitantes.
Conmovida por la difícil realidad que la rodeaba, esta mujer decidida tomó la iniciativa de crear una olla comunitaria en la que cocina tres veces a la semana para brindar alimento a las personas en situación de vulnerabilidad en su comunidad.
Les cobra mil por almuerzo
Lo más asombroso de esta historia es que, como un acto simbólico de amor y solidaridad, doña Luz Mery solo cobra mil pesos por cada almuerzo de sopa y seco que ofrece. A pesar de que la cifra es simbólica, representa una forma de dignidad y respeto hacia aquellos que llegan con hambre en busca de un plato caliente.
Esta iniciativa ha ganado el corazón de la comunidad y ha creado un efecto dominó, extendiéndose a otros barrios necesitados de la localidad.
La señora Luz Mery Gómez no es una persona adinerada; su esposo trabaja como cotero en Cenabastos, un mercado mayorista en Bogotá. Sin embargo, su pasión por ayudar a los demás y su deseo de hacer una diferencia en las vidas de quienes más lo necesitan la impulsaron a crear esta maravillosa olla comunitaria.
Doña Luz Mery y su esposo recogen alimentos que ya no se pueden vender en el mercado y los utilizan para preparar nutritivas comidas para la comunidad.
Además, esta valiente mujer recibe donaciones de personas y fundaciones que reconocen el impacto positivo de su labor. A través de su dedicación y amor desinteresado, doña Luz Mery Gómez ha demostrado que la solidaridad y la compasión pueden transformar comunidades enteras.
Hasta el momento, 50 clientes fijos, entre niños y abuelitos, se benefician de los almuerzos ofrecidos. La historia de esta mujer es un recordatorio de que, incluso en las condiciones más difíciles, la bondad y la generosidad pueden brillar intensamente y marcar la diferencia en la vida de los menos afortunados.
Doña Luz Mery Gómez se ha ganado un lugar en el cielo y en los corazones de todos aquellos a quienes ha ayudado a alimentar no solo sus estómagos, sino también sus esperanzas y sueños.
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