conversó con este medio de comunicación acerca del largometraje de terror psicológico que fue filmado a cuatro mil 300 metros sobre el nivel de mar, cerca del Nevado del Ruiz, y que cuenta la historia de nueve experimentados soldados que son enviados a una base militar, en un desolado páramo, con la que se perdió contacto hace varios dÃas.
¿En qué se basa la pelÃcula?
Es una historia que pude suceder en cualquier ejército de cualquier paÃs. Es un comando especial, que cuando sale a su misión para ver qué ha pasado en el páramo y a averiguar qué pasó con la base militar, se encuentra con un lugar desolado. Armas, sangre y algunos cuerpos es lo único que queda. Y a partir de la espera, de no poder hacer nada, cada uno empieza a mostrar esos traumas sicológicos y eso desata la trama y el suspenso de la pelÃcula.
La guerra no son sólo los combates, es también cómo queda la gente tras esa ofensiva.
¿Cómo fue la preparación para actuar en el filme?
Empezamos un entrenamiento actoral. Ensayábamos en una sala en Bogotá con palitos de escoba (simulando armas), actuando frÃo, hicimos toda la pelÃcula en ese espacio. Luego hicimos entrenamiento con el Ejército. Aprendimos desde cómo tomar el fusil hasta los términos más mÃnimos de la milicia. Luego nos fuimos a rodar en el Parque de los Nevados. Todos los dÃas era un trayecto largo para llegar a la locación desde Manizales. Nos tenÃan oxÃgeno para soportar el recorrido por la altura.
Y bueno, llegar a actuar después de estar haciendo la ‘musa’ con el palito y ver la realidad de los soldados, cargar las armas y actuar en el sitio no fue tan fácil. Nos enfermamos casi todos del frÃo, hubo lesionados, a un asistente de cámara casi le da hipotermia. Pero claro, definitivamente la locación te mete en la trama, casi no necesitas actuar porque el espacio fue muy real.
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