El primer videojuego de la historia era realmente una pieza clásica de lo que es anticomercial. La pantalla era un osciloscopio, así que el juego se veía exactamente como un radar. Se llamó Tenis para Dos y lo desarrolló William Higinbotham en 1958. En realidad Higinbotham creó un sistema con el que únicamente pretendía entretener a los visitantes de la Librería Nacional norteamericana.

Y aunque Tenis para Dos pasó a la historia por ser el pionero entre los juegos de video, la biografía de Higinbotham ocupa lugares muy pequeños, incluso en Wikipedia, que podría considerarse un sitio muy cercano a su obra.

Los primeros intentos
Después de este comienzo casi anónimo, siguieron diseños bastante aparatosos de videojuegos que, si bien fueron exitosos, tenían la característica básica de ser diseñados como maquinaria, es decir, se produjeron aparatos de gran tamaño que era necesario ubicar en grandes recintos a donde acudían los aficionados a participar de los juegos.

Esto daba a los videojuegos un ambiente casi prohibitivo, pues los lugares en los que se instalaban terminaban atestados de gente y con la necesidad de limitar el ingreso a los menores de edad.

Pero como el mercado se movía muy bien, se vio de inmediato la necesidad de adaptar estos juegos a modelos que pudieran instalarse dentro de las casas, aprovechando para esto la pantalla del televisor.

Casos curiosos
Lo que ocurrió desde entonces también es historia: decenas de diseños empezaron a salir a las vitrinas y no todos ellos fueron ni suficientemente estéticos, ni necesariamente eficientes, pero con las fallas que tuvieran, son los antecedentes de la que es hoy una de las industrias más prósperas, la de los videojuegos.

Aprovechando una interesante selección hecha por la página neoteo.com, veamos algunos ejemplos curiosos de estos aparatos desde sus comienzos como equipos caseros, hasta los que hoy están en el mercado.