Miles de carmelitanos recorrieron el Viernes Santo un sendero caracterizado por las peticiones contra la soberbia y la autosuficiencia, en el solemne Via crucis del municipio del Suroriente.

Cada pequeña cruz simbolizaba la intención de dejar atrás una vida difícil y caminar de la mano del Todopoderoso, o, en el caso de la espinaluna Gloria Inés Gil Sánchez, de agradecer hasta la eternidad el haber superado una fuerte prueba hace varios años.

Su cruz, terminada en ramos de olivo, ha caracterizado durante sus últimos seis años el agradecimiento eterno luego de que su hijo, Hugo Alberto, de 32 años, literalmente volviera a la vida después de haber sido arrojado al parecer por miembros ‘paras’ a un abismo cercano al alto de Gualanday.

“Dios estará conmigo, esa es mi fe, pues tengo la bendición de que me trajera con vida a mi hijo”, comenta, al precisar que fueron dos meses de calvario por no saber si el joven se recuperaría de tantas heridas.

Aunque ha sido viuda dos veces y muy pocos, dice, dan crédito de su fe, seguirá marchando con la cruz y pidiendo por ella misma, pero también “por todos. Soñé con Él y me dijo que no me iba a abandonar”.