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Poppy Burns, una niña de 10 años del Reino Unido, comenzó a experimentar un punzante dolor en un dedo del pie tras una tarde de diversión en un jacuzzi, que rápidamente se convertiría en una pesadilla.
A pesar de los signos de agonía, los médicos iniciales no encontraron ninguna anomalía y recetaron antibióticos, pero la situación empeoró, caso que fue denunciado en The Sun.
Infección desconocida y diagnóstico tardío
Georgina Burns, la madre de Poppy, llevó a su hija al hospital al notar que el dedo del pie afectado se hinchaba rápidamente. A pesar de los gritos de dolor, los médicos no detectaron ninguna señal de enfermedad, limitándose a recetar antibióticos para controlar el dolor. Este episodio marcó el inicio de un calvario médico que duraría dos años.
Durante ese tiempo, Poppy continuó quejándose de un dolor intenso, desafiando cualquier explicación lógica para los profesionales de la salud. "Ella estaba gritando y los médicos decían que no le pasaba nada", expresó Georgina Burns al medio The Sun.
Finalmente, en 2023, los médicos lograron identificar el problema: síndrome de dolor regional complejo (SDRC), conocido como la "enfermedad del suicidio" debido a los intensos dolores que llevan a algunos pacientes a considerar quitarse la vida para escapar del sufrimiento.
Tomada de: The Sun.
Dolor extremo y terapia scrambler
El dolor que siente Poppy es descrito por su madre como "extremo", comparándolo con la sensación de "personitas apuñalándola en el pie". La situación ha obligado a la niña, ahora de 12 años, a dejar de caminar y depender de una silla de ruedas para su movilidad.
Actualmente, Poppy está sometida a terapia Scrambler, un tratamiento que ofreció alivio temporal mientras estaba en Italia. Sin embargo, al regresar a casa, el dolor volvió masivamente. Aunque las articulaciones no se han bloqueado, y su piel sensible no ha regresado, el camino hacia la recuperación sigue siendo incierto.
Tomada de: The Sun.
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