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Zoraya Beek, residente de una pequeña localidad neerlandesa, enfrenta graves problemas de salud mental que la han llevado a tomar esta difícil elección.
Aunque no enfrenta problemas físicos, la salud mental de ter Beek ha alcanzado un punto en el que siente que no puede seguir adelante. Después de explorar todas las opciones de tratamiento disponibles y recibir la noticia de que los psiquiatras no pueden ofrecer más ayuda, ter Beek llegó a la conclusión de que no puede continuar viviendo en esas condiciones. En una entrevista, expresó: “Si no hay mejoras, simplemente no puedo seguir viviendo así”.
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La decisión de Beek ha generado un intenso debate y ha suscitado interrogantes sobre la eutanasia en relación con la salud mental. Aunque la eutanasia en los Países Bajos está legalizada bajo ciertas condiciones estrictas, el caso de ter Beek plantea nuevas preguntas sobre los límites y las implicaciones éticas de este procedimiento en casos de enfermedades mentales.
Ter Beek ha compartido abiertamente las razones detrás de su elección de optar por la eutanasia. A pesar de estar físicamente sana, ella enfrenta desafíos significativos debido a la depresión, el autismo y el trastorno límite de la personalidad. Aunque teme lo desconocido, ter Beek ha llegado a aceptar la inevitabilidad de la muerte y ha optado por no continuar luchando en vano.
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La solicitud de ter Beek incluye que la eutanasia se lleve a cabo en el sofá de su hogar y luego ser incinerada, sin música durante el procedimiento. Su deseo es recibir primero un sedante por parte del médico, seguido por el medicamento que provocará que su corazón se detenga.
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