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“La histeria que hemos visto (en Occidente) durante el proceso judicial del caso Navalni sobrepasa todos los límites”, aseguró en rueda de prensa el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov.
El líder opositor fue condenado el pasado martes a 3,5 años de prisión, aunque solo tendrá que cumplir dos años y ocho meses por haber pasado ya 10 meses en arresto domiciliario.
Rusia no buscó excusas para justificar la condena a Navalni, que fue juzgado menos de medio año después de ser envenenado por orden del propio presidente, Vladímir Putin, según el opositor, lo que provocó nuevas protestas en las principales ciudades del país.
Lavrov, que ha puesto en duda el mismo hecho del envenenamiento de Navalni con el agente químico Novichok, no dudó en calificar ayer de “arrogante” la retórica de los líderes occidentales.
“En Alemania, Francia, EE.UU. y otros países si los manifestantes entran en la calzada y obstruyen el tráfico, pueden recibir varios años de cárcel, una multa de muchos miles de euros y otros castigos”, destacó.
En cuanto a las críticas al desproporcionado uso de la fuerza por parte de la policía rusa durante las protestas de los últimos fines de semana en favor de la liberación de Navalni -en las que fueron detenidas casi 10.000 personas-, Lavrov negó los argumentos esgrimidos por las diplomacias europeas y estadounidenses.
La UE y Estados Unidos ya habían demandado la liberación inmediata de Navalni cuando este fue detenido a su regreso de Alemania el 17 de enero, pero ahora parecen decididos a aumentar la presión diplomática sobre el Kremlin.
Una de las claves para sanciones de la UE, será el informe que presente el alto representante comunitario para la Política Exterior, Josep Borrell, que llega hoy a Moscú.
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