PUBLICIDAD
Rectifico lo dicho respecto al aeropuerto internacional y el metro elevado y admito que esos temas sí son pertinentes para el Tolima, claro, en una fase elevada de su desarrollo, es decir, son proyectos para proponer en treinta o más años o tal vez nunca, habida cuenta de cómo se sigue planteando la arquitectura social, ambiental, económica y política del Tolima.
Continuando con sugeridos, invito a instituciones como CCI, ADT, Universidades, Confecoop y otras, a unirse para convocar a ingenieros eléctricos, electricistas, metalisteros, estudiosos de la astrofísica y más profesionales, a dialogar sobre la posibilidad de crear una cooperativa productora de paneles solares y equipos eólicos e hidráulicos (asequibles a las comunidades rurales y urbanas) que pueda proveer la demanda ocasionada por el auge de generación de energía renovable en el Tolima. Así entonces el poder comunitario y los empresarios rurales y urbanos, imbuidos de vocación industrial, darían lugar a un excepcional y verdadero hecho de desarrollo regional. Tal iniciativa debe darse antes de que “los contratadores” privilegien a “contratistas costeños” para arruinarle otra oportunidad posible a los tolimenses.
Sugiero también que entidades que tienen como un fin misional promover el desarrollo del Tolima (casi todas), inviten a ingenieros de sistemas, desarrolladores, ingenieros mecánicos y más expertos en tecnologías de la información y las comunicación TIC, a estudiar con juicio el tejido geográfico, sociológico, productivo, geopolítico, gubernativo y político del Tolima a efectos de que, sin esa presunción intelectual que lleva a algunos a hablar del Silicon Valley tolimense, formulen un modelo de desarrollo de la industria del software, la comunicación y demás ramas afines y un plan de adopción, pertinente o aplicado, de esas tecnologías para que el espíritu emprendedor de los tolimenses encuentre apoyo en las ciencias modernas.
Igual podría sugerir un plan de replanteamiento cooperativo que facilite el emprendimiento comunitario, organizar una agroindustria e industria incluyente, crear productos financieros para vencer el gota a gota o usura y así lograr que el trabajo de todo tolimense sea rentable y mejore su calidad de vida. Muchas páginas con sugeridos viables pueden llenarse con solo andar calles y campos del Tolima para ver como cientos de actividades, que se subestiman o inadvierten, entrañan gran potencialidad para construir el desarrollo desde la simplicidad y los atributos endógenos. Ante el evidente fracaso del discurso desarrollista, eufemístico y esnobista, es necesaria una última sugerencia, crucial o tajante, que le despejaría el camino a nuestro progreso: ¡que el Tolima no sea más la tierra del blablablá y él no se puede!
Comentarios