El tiempo vuela…

Alberto Bejarano Ávila

El 2023 llegó y es hora del adiós al 2022, que para unos fue generoso y cicatero para otros. Vivimos días henchidos de propósitos y esperanzas que cada quien, abierta o íntimamente, desea para sí, para los suyos, para los cercanos y algunas veces para todos. Alguien expresó, “la mala noticia es que el tiempo vuela y la buena noticia es que eres el piloto”, axioma que ahora, cuando sincera y mutuamente nos deseamos feliz y próspero año, nos recuerda que tenemos poder para pilotar los tiempos y que, por tanto, sin descreer de la veleidosa suerte, debemos recordar aquel viejo y asertivo refrán: “a Dios rogando y con el mazo dando”.
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Sin duda el futuro de cada quien está ligado al futuro de todos y de ahí que debamos pensar el mañana del Tolima como determinante del bienestar para todos y por tanto oportuno es recordar ahora que, en la década del 80 del siglo XX, cuando se hacían profecías para el XXI, apocalípticas unas, optimistas otras, Ítalo Calvino, en sus “Seis Propuestas Para el Próximo Milenio”, señalo: “nos asomaremos al próximo milenio, sin esperar encontrar nada más que aquello que seamos capaces de llevar”. 

Rememoro esta sentencia porque permite decir, sin rodeos, que a los tolimenses el 2023 no traerá nada distinto a aquello que estemos llevando y, por ello, el nuevo año puede ser de grandes conquistas para el bien común o deshonrosa y apocada prolongación de un pasado de mediocridades y frustraciones.

A amigos y lectores, y a sus familias, mi sentido y sincero feliz y próspero 2023 y a la sociedad tolimense, déjenme recordarlo, el 2023 será año de elecciones que decidirían si empezamos tiempos modernos y prósperos o si dilatamos el estadio del atraso y el fracaso del que bien conocemos sus causas. Carecer de interés electoral me autoriza para opinar sobre la política auténtica e inicio afirmando que en el Tolima el mote “izquierda” es caduco, pues acá no es la oligarquía sino la politiquería la que debe derrotarse y para ello tiene que nacer una nueva realidad política, el progresismo regionalista, que convoque a la sociedad civil y la empresa mediana y pequeña para acordar un destino digno. Solo unido para reconstruir al Tolima, el progresismo tolimense será histórico y no otro escampadero electorero.

Los progresistas autocríticos sabrán si su afán electoral es egocéntrico u antropocéntrico, si ambicionan “honores” y riqueza fácil o reconstruir al Tolima. Para lo primero bastan alianzas electorales, económicas y burocráticas. Lo segundo exige auténtica alternancia política para que, desde lo territorial y lo social, renazca el espíritu tolimensista. 

Sin ética y estructurada vocación política, lo electoral es teatro anodino y sórdido y por ello los políticos progresistas deben demostrar que el Tolima les cabe en la cabeza, que no emularán la torpe, politiquería y que exorcizarán la maldición politiquera que impide que una histórica y nueva generación de políticos competentes lidere la transformación del Tolima para que, partiendo del 2023, todos los años continúen siendo prósperos para los tolimenses.

¡Hagamos región y apoyemos lo nuestro! 

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ALBERTO BEJARANO ÀVILA

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