Sobre causas y consecuencias

Alberto Bejarano Ávila

Retomo la ley de causalidad porque siendo verdad que el Tolima va a la deriva por no existir fuerzas transformadoras guiadas por una lógica propia del desarrollo y a cambio permitimos que enraizara esa politiquería regresiva que se camufla en el paisaje cotidiano para sumarse a las causas y no a la solución de los agudos problemas que sufrimos y, como “vaca muerta”, impide al Tolima marchar hacia la prosperidad. Por ausencia de contrapeso teórico sobre el desarrollo, esa degenerativa mutación arruinó la calidad de opinión pública, debilidad que aprovechan los pseudo dirigentes para soslayar el examen de las causas de los problemas y esgrimir solo los problemas en sí mismos, porque estos pueden ordeñarse con verbosidades majaderas para obtener fotos y votos. Así es como viene agigantándose el círculo vicioso de la decadencia tolimense, que será imparable hasta cuando decidamos esclarecer sus causas para abrirle paso a tiempo del empoderamiento autonómico y progresista.
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Reitero la cita de un anterior artículo “Es más fácil matar a un fantasma que a una realidad” (V. Wolf) y, para el examen en cuestión, la realidad es el Tolima premoderno y detenido en el tiempo y, el fantasma, esa longeva politiquería mesiánica. Creyendo que la inicua realidad y el fantasma que la paraliza pueden eliminarse si reconocemos sus causas, en palabras de R.W. Emerson intentaré proponer cómo desvelar esas causas: “La mente se ve impulsada a buscar la causa única de muchos efectos; luego la causa de aquella causa, y otra vez la causa de esa causa, profundizando cada vez más, segura de que llegará a la causa absoluta… a la causa que será de todas las causas”. Así es como podría cambiarse la estructura y el método analítico de quienes realmente desean un mejor futuro para el Tolima y recurren a diálogos inteligentes, pertinentes y concluyentes sobre cómo construir ese futuro.

Amplío el enfoque diciendo que desempleo; pobrezas; miseria; inseguridad; emigración del talento por falta de oportunidad; corrupción; exclusión; desesperanza; deterioro ambiental; raquitismo empresarial; desigualdad; politiquería, son problemas imposibles de remediar con “pañitos de agua tibia” o con anodino y fastidioso blablablá “pantallero”, sino revelando el porqué, en el contexto histórico-territorial tolimense, tales problemas se convirtieron en pandemia e indagando sus causas más profundas para trazar y acordar una consistente hoja de ruta programática y estratégica y las corresponsabilidades sectoriales para solucionarlos.

En la parodia política, el desempleo demuestra cómo un problema aviva oportunismo, pues, con retórica vacía, prometen lo de siempre: planes de choque, inversión externa, bolsas de empleo. Ejemplo causal del desempleo es la falta de puestos de trabajo; de estos la escasez de empresas; de estas la falta de iniciativas; de estas la falta de emprendedores; de estos el coloniaje mental; de este la falta de un modelo de desarrollo endógeno para el Tolima y de liderato idóneo para construirlo; de estos la falta de identidad (“causa de todas las causas”). Empleo habrá si renace la identidad y el carácter tolimense y nunca con refritos y sandeces.

 

Alberto Bejarano Ávila

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