Reconozcámoslos... y avanzaremos

Alberto Bejarano Ávila

Carezco de elementos de juicio para juzgar si en el Tolima existe o no, auténtica ambición de progreso, pues si bien la palabra desarrollo es utilizada asiduamente, no conozco definición alguna de tal concepto que haya sido acordada y compartida para permitirle a los tolimenses saber de qué se habla cuando tal vocablo se pronuncia y por ello, en vez de ser una acepción cultural, tal vocablo es solo un eufemismo o muletilla de anárquico significado. Así entonces, por falta de claridad sobre cuál es el fin superior a alcanzar, la denominada “visión 2050” es fábula y la auténtica visión del desarrollo tolimense seguirá subyaciendo porque las fuerzas del atraso le impedirán surgir, justamente porque ellas se oxigenan de una ambigua y falsaria idea de progreso y de futuro que usan para sostener sus posiciones de poder que les asegura prebendas que, para los tolimenses en general, son inobjetables y crecientes perjuicios.
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Todo empezaría a cambiar cuando los tolimenses reconozcamos tres fenómenos que nublan el horizonte progresista. El primero, aún no reconocido explícitamente, es la decadencia del Tolima, decadencia que vengo insistiendo, inició en los años ochenta del siglo anterior y que, es irrefutable, hoy se expresa en gobiernos y cacicazgos egocéntricos y mediocres, en grave y creciente deficiencia de infraestructura, en corrupción, en declive empresarial, en ingentes problemas sociales y, así lo creo, en una mentalidad de supervivientes y no de forjadores de futuro. Como la del pobre vergonzante, la decadencia vergonzante debe ser reconocida para que nazca el espíritu de superación. Recuérdese que, hasta los inicios de los ochenta y, pese a la violencia de mediados de siglo, el aparato industrial, comercial y agrícola tolimense era dinámico (intentó revivir con la Ley Armero); se construía infraestructura; existían empresas públicas; la política era decente; el Tolima tenía peso político, pero llegó la decadencia y…

El segundo fenómeno es nuestra responsabilidad en la construcción socio territorial, asunto que solo puede abordarse desde un enfoque teórico regionalista. Descentralización; espíritu protagónico tolimense; autonomía; desarrollo endógeno; democracia económica; inclusión social; ahorro y formación de capital tolimense; prosperidad y riqueza económica propias; recursos naturales y más temas, tienen que ser las ideas fuerza de nuestro desarrollo porque las concepciones de progreso, economía y política hoy dominantes, carecen de pertinencia regionalista y, por lo mismo, no son factores de identidad y unidad para construir el futuro. Si la voluntad y el esfuerzo de los tolimenses siguen siendo subyugados por la retórica boba y alienante, la decadencia tolimense será imparable. Esta cuestión merece ser reconocida.

El tercer fenómeno procede de los anteriores y es la necesidad de construir liderazgo social. económico y político guiados por ideas motoras del progreso legitimadas en el regionalismo para así cualificar el contenido temático de las tertulias y del acontecer mediático y electoral. Si la opinión pública y el liderato emergente o progresista reconocen estos tres fenómenos, el Tolima avanzará hacia esa prosperidad que anhelamos y merecemos todos los tolimenses.

 

Alberto Bejarano Ávila

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