No bien iniciado el año, que coincide con el primero del período de Luis H. al frente de los destinos de Ibagué, ya surge entre la ciudadanía ávida de realizaciones y requerida de buena orientación de la gestión pública, una amplia gama de expectativas respecto de su desempeño, dadas las dificultades, afugias y penurias que la ciudad presenta de mucho tiempo atrás.
Máxime cuando la urbe de hoy difiere grandemente, tanto cuantitativa como cualitativamente, de la de unos pocos años atrás, pues por razón de los incontrolados flujos migratorios originados en las muchas violencias que afectan al país, -incluida la climática-, la población ha crecido con desmesura acentuando los problemas con desproporción y por fuera de cualquier posible planificación, demandando recursos de forma extraordinaria, sobre todo espacios para el trabajo y vivienda para los recién llegados, con grave afectación de su precario tejido urbano.
Un cuadro que reclama más que un gerente, un líder, capaz de consolidar el saneamiento financiero que con tanto esfuerzo y dificultad se ha venido alcanzando, mesurado en el gasto y consciente de la necesidad de priorizar las inversiones con claro acento social, que se aplique con un excelente equipo, antes que nada, a concluir lo iniciado y a procurar eficiente solución a los endémicos problemas que nos agobian en materia de empleo e ingreso, y a encarar con firmeza los temas vial y de transporte, ordenamiento urbano, habitacional y de saneamiento ambiental, educativo y de salud, y a hacerle frente a la urgencia de mejoramiento y complementación de los servicios de luz, agua y alcantarillado, entre varios otros tópicos.
Un alcalde que tenga claridad sobre la complejidad del cargo que desempeña, en cuanto jefe de policía y responsable directo de la preservación y la defensa de los recursos renovables en su respectiva jurisdicción, y de lo que a indigentes, niños, ancianos, industrialización, empleo, movilidad, recreación, energía, comunicaciones, televisión, aeropuerto, salud, vivienda, educación, tránsito, preservación del espacio público, entre muchísimos otros temas, respecta.
Sin esperar del “nivel central”, la respuesta a todas las inquietudes y la solución a todas sus carencias, mediante agotadoras jornadas de “lobby” político ante funcionarios menores, mandos medios o arrogantes burócratas mayores que por lo general se muestran indiferentes, porque la organización centralizada del Estado que ha regido por décadas en Colombia aclimató la idea de una provincia irresponsable, conducida por funcionarios idem, a través de una estructura piramidal y jerarquizada de la administración pública que equiparó a los ciudadanos de todos los lugares distintos a la inhóspita Bogotá con los menores de edad, incapaces de regir su destino y de trazarse sus propias políticas de desenvolvimiento en los diversos campos.
Hasta llegar al aberrante estado en que los alcaldes encuentran en su propio patio “instancias superiores” en lo ambiental, en las Corporaciones Autónomas Regionales y en el Ministerio del Medio Ambiente; respecto de la niñez abandonada, en el “Bienestar Familiar”; en el deporte local en el “Instituto de la Juventud y el Deporte”; en la radio o Televisión locales en el Ministerio de Comunicaciones; en los hospitales, al Ministerio de Salud, y así sucesivamente.
Lo cual explica que hospitales y hospicios se cierren, la ciudad se inunde de menores prostituidos o mendicantes, la drogadicción campee, las escuelas impartan mediocre educación, los puestos de salud no brinden con eficiencia sus servicios, etc., etc., con el obvio desmedro de los niveles de bienestar comunitario y de la calidad de vida del hombre de la calle y acentuando las inequidades y diferencias sociales, que son las que en últimas conducen a la pérdida de la paz y el sosiego comunes.
Fortunosamente nuestro burgomaestre, a lo largo de sus varias campañas y sus primeras aproximaciones a los muchos temas, ha demostrado competencia, conocimiento y ganas de hacer las cosas bien, a través de sus formulas, su plan de acción y el compromiso con su nativo solar y sus coterráneos.
¡Quiera Dios que acierte!
Fortunosamente nuestro burgomaestre, a lo largo de sus varias campañas y sus primeras aproximaciones a los muchos temas, ha demostrado competencia, conocimiento y ganas de hacer las cosas bien.
Credito
MANUEL JOSÉ ÁLVAREZ DIDYME-DÔME
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