Una noticia reciente dice que el Fondo Nacional de Turismo aprobó a la Alcaldía de Ibagué un proyecto “para implementar y certificar la norma técnica que permitirá al Cañón del Combeima ser destino turístico sostenible”. La noticia, al no emanar de un plan coherente, cumplirá su fin mediático y esfumará, pues si bien ibaguereños y foráneos, de manera casi unánime, reconocen el valor ecosistémico, ambiental y paisajístico de este bello y mágico lugar, nada lleva a creer que en las “altas esferas” haya sabiduría y arrojo para incluir, con respeto, el valor estratégico que tiene el Cañón en el prospecto futurista de Ibagué.
Como sino de la “maldición de los recursos naturales”, hoy el Cañón del Combeima parece tierra de nadie, allí domingos y festivos son literalmente caóticos, su infraestructura se ha construido y se construye sin criterio, sin técnica y sin control y sus poblados crecen patas arriba. No obstante, que galimatías, en gran parte del Cañón, donde el Fontur certificará un destino turístico sostenible, casi todo emprendimiento está prohibido por efecto de haberse declarado zona de riesgo por acuciosos que ignoran que el riesgo natural deriva más de la desidia e ineptitud humana que, es el caso, del Río Combeima y sus afluentes.
Cuando construimos Iguaima, uno de sus objetivos era el de ser bisagra que articularía al Ibagué urbano con su estratégica riqueza rural y así librar el “efecto Cañón del Combeima” con un proyecto que se sustentaría con precisión jurídica, rigor científico y normatividad clara. Ahora la Alcaldía de Ibagué, sí en verdad quiere cambiar de raíz el rumbo municipal, podría afinar y liderar ese cimero proyecto. Comprimo tres ideas fuerza de la iniciativa:
1. Tramitar ante la Unesco la nominación del alto Cañón del Combeima como Reserva de la Biosfera, hecho que nos situaría en el mapamundi ambientalista, haría viable el goce de la biodiversidad, sin dañar la sostenibilidad de paisajes, ecosistemas y especies y pondría a Ibagué en sitio atractivo del “menú” mundial de destinos turísticos, culturales y científicos.
2. Instituir al Cañón del Combeima como Distrito Turístico en Área Protegida, con normas y controles que garanticen calidad y pertinencia ambiental en las intervenciones que allí se hagan. Serian dos objetos en uno: El Cañón, área protegida y distrito turístico.
3. Crear o refundar la Corporación Cañón del Combeima, ente mixto facultado para aprobar y regular todo proyecto a ejecutar en esta área protegida. Integrarían el órgano rector, empresarios del Cañón, autoridades territoriales, entidades comunitarias, gremios, universidades, ambientalistas, científicos, gestores turísticos y otros actores sociales.
Por los positivos efectos en el futuro, la complejidad de acciones y oportunidades conexas y los estudios y convocatorias requeridas, esta iniciativa, potencialmente transformadora de la pobre realidad regional, debe concitar el generoso y decidido concurso de la Alcaldía y la Gobernación, organismos que deberían responder por la planificación del proyecto.
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