Enseñanzas del “predialazo” en Ibagué

Alberto Bejarano Ávila

Más de dos tercios de familias tolimenses vivimos “asando y comiendo” dado que el ingreso solo alcanza para subsistir y no para ahorrar o invertir (progresar realmente). Ante tan cruda realidad, los burócratas “pelan el cobre” desnudando su insensibilidad y desprecio por el ciudadano raso, su amnesia, pues olvidan que cuando pedían el voto prometían velar por el bien común y su “apetito” personal, cualquiera este sea. Ese Irrespeto y desdén algunas veces rayan en desfachatez, como se hizo evidente cuando algún lenguaraz tildó de tacaña a la ciudadanía ibaguereña por no aceptar sumisamente el abuso en el cobro del predial.

Como los planes de gobierno no obedecen a la rigurosa lectura sobre la realidad social, sino al mezquino interés político electoral, resulta pueril creer que el gestor público trabaja por la equidad social, cuando su afán es ampliar el erario, para construir obras de cemento. Aquí y allá, con gravámenes arruinan el ingreso familiar a la vez que impúdicamente arguyen que gracias a sus “obras” se corrige la desigualdad social, cuando bien sabemos que la inequidad nace de privilegiar la inversión en infraestructura (“beneficia” a contratantes y contratistas), de la exigua y mal orientada inversión social (usualmente foco de corrupción) y del indebido interés personal (cuando es ético, el interés personal es legítimo).

Aviesamente, con fórmulas dizque técnicas, sin tesis sobre desarrollo y equidad social y con desproporción respecto al IPC (índice determinante del aumento del ingreso) “nos clavan” con aumentos en predial, valorización, IVA, energía, gas, agua, peajes, foto multas, grúas, impuesto vehicular, retenciones, industria y comercio, 4 X 1000, etc., pero son incapaces de imaginar o asesorarse respecto a cómo construir riqueza individual y colectiva y después sí exigir de esa riqueza, no de la pobreza, el aporte al bienestar social y al progreso material.

A veces me pregunto qué harían los regentes públicos del Tolima si su gestión y “sacada de pecho” no estribaran en arruinar el ingreso familiar o en trasferencias nacionales, sino solo en su imaginación, liderato y pensamiento estratégico de largo plazo, para idear y construir prosperidad regional y desde allí la hacienda pública del futuro. Del examen sobre esa duda concluyo que la burocracia actual y en ciernes debe mermarle a su prepotencia y convocar al sector privado, las organizaciones sociales y la cooperación técnica a conversar y convenir el cómo construir cultura de desarrollo endógeno, pensamiento prospectivo, investigación, ciencia, tecnología, espíritu emprendedor, asociatividad, cooperativismo y, de ésta manera, guiar el esfuerzo regional hacia la prosperidad y el buen vivir de sus habitantes.

Por congruente con lo ya dicho, retomo el tema del “predialazo en Ibagué” para reconocerle a algunos caracterizados periodistas su valerosa solidaridad con la angustia ciudadana ante el abusivo cobro del predial. Éste caracterizado hecho coyuntural ojalá pudiera convertirse en normal proceder de defensa de los tolimenses más vulnerables ante la gula alcabalera.

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