La historia continúa en medio de sus contradicciones, la ardua necesidad de justicia en una sociedad como la nuestra se convierte en el talón de Aquiles del diario vivir, ahora el sueño de construir la paz es cada vez un reclamo, una necesidad y la consigna que demandan los distintos grupos sociales en Colombia, y no es para menos si el peso de la violencia ha permeado los espacios, las realidades y la cotidianidad, pareciera ser que la tierra de macondo estuviera condenada a la estirpe de cien años de olvido, pobreza y exclusión resultado de un proyecto impuesto por los mismo de siempre y con sus distintas estrategias de explotación y dominación sobre los más oprimidos de nuestra época.
La lucha política del “indio” Manuel Quintín Lame y su proceso de movilización, unidad y resistencia al interior de las comunidades indígenas lleva consigo el peso contundente de la violencia, el exterminio y la criminalización sistemática que ha realizado históricamente el Estado frente a los pueblos en sus distintos territorios. A su vez, ha sido reconocido como una figura de unidad, de resistencia y reivindicación por parte de las organizaciones indígenas en su disputa por concebir un buen vivir entre la naturaleza y el ser humano, una oportunidad por construir la paz desde la cosmovisión de los pueblos, siendo una apuesta alterna por parte de los sectores excluidos de la sociedad colombiana.
En efecto, Manuel Quintín Lame en las últimas décadas se ha convertido en un sujeto de análisis para los distintos campos del conocimiento, por supuesto su trayectoria como líder de las rebeliones, las revueltas y la toma de tierras ha marcado sin lugar a dudas la importancia del movimiento indígena en el ámbito nacional, luego de 50 años de su muerte sucedida el 7 de octubre de 1967, todavía su historia de vida sigue identificando un sin número de experiencias encaminadas a la defensa por la vida, la tierra, el territorio y la autonomía de los pueblos en su diario vivir en donde la serenidad, la sabiduría y el diálogo de la cosmovisión refleja los saberes de “Moña” como era conocido popularmente en Ortega – Tolima por los habitantes de este pueblo al final de su vida.
De esta manera, la importancia de las luchas del “indio” Quintín ha despertado rigurosos trabajos de investigación en su antes y después, luego de transcurrir cincuenta años de poner en el escenario público la emergencia de la primera guerrilla indígena en América Latina como ha sido considerado por algunos analistas. Es la muestra por comprender la complejidad de la violencia, la constitución de la causa indígena y la pertinencia de la construcción de paz desde las regiones como ha sido demostrado por los indígenas Nasa en el Sur del Tolima por más de 21 años, luego de haber firmado un acuerdo con las Farc- Ep. Véase: http://www.elpais.com.co/multimedia/videos/en-video-indigenas-nasa-del-tolima-firmaron-la-paz-con-las-farc-hace-20-anos.html
La praxis sociopolítica del más importante líder indígena del siglo XX, nos permite conocer parte del origen del conflicto armado, siendo la raíz que impulsó a Quintín Lame en su denuncia sobre la concentración de la tierra, la invisibilización del indígena y la violencia contra las comunidades, lo que refleja el repertorio de aquellos tiempos realizados por los sectores hegemónicos. Igualmente, las acciones políticas por parte de las instituciones, las élites, los grupos tradicionales y el gamonalismo sobre los territorios ancestrales, son en la actualidad fenómenos vigentes que responden a las problemáticas del movimiento indígena frente a la institucionalidad. Véase: http://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-41507530#
Así pues, la defensa de los resguardos, el fortalecimiento de los tejidos comunitarios y la organización de las comunidades fue parte del ejercicio político realizado a lo largo de su vida por el “indio” Quintín Lame, el cual sin lugar a dudas, dejó una ruptura profunda destinada a esclarecer la problemática del terraje, el reconocimiento de los derechos indígenas y la consigna por construir un autogobierno que respondiera a las necesidades reales de los pueblos en sus respectivos procesos comunales dentro de los territorios.
El sentido por la defensa de la raza fue un pilar que constituyó la identidad de Quintín Lame, lo que significó una disputa constante contra los grupos hegemónico, la persecución política y la estigmatización por parte de los terratenientes, hacendatarios y políticos regionales desde el Cauca hasta el Tolima, una gran travesía que los indígenas asumieron como un elemento identitario que le permitió la legitimidad, el respaldo y el afecto por parte de las comunidades en su constante lucha política.
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