Los días transcurren y la paz cada vez se vuelve un reto por seguir construyéndose, todavía en la parte céntrica del país y en las capitales se siente un ambiente o imaginario de negación y poca credibilidad frente a lo que se lleva del proceso de paz, mientras que en las “periferias”, el campo y las zonas rurales se respira un ambiente de tranquilidad y simpatía con el desarme simbólico realizado por la guerrilla de las Farc.
Aunque la situación no es la mejor posible y más en época electoral donde muchos “políticos” se la juegan toda por mantener su maquinaria o buscar las formas necesarias de subir y adquirir un poco de la mermelada burocrática del Estado, los problemas estructurales no paran, la corrupción galopa en todas las esferas, las mega construcciones siguen cayéndose y los caciques de las regiones avanzan en su senda de construir una cultura del dinero fácil y el poder a través de coimas a unos cuantos (prácticas mafiosas).
En este sentido, la situación de la “perla” del pacífico ubicada al sur del Nariño, no es contraria a la realidad nacional, en Tumaco como lo había comentado en una columna se requiere la presencia del Estado en lo social, lo cultural y lo político contrario a lo que actualmente viene sucediendo con la re-militarización del puerto y la intensificación de la presencia uniformada sin atacar las raíces estructurales que configuran las problemáticas de la región (el plan militar “ Atlas” que se refleja con la presencia de 6.500 soldados más en el municipio) véase: https://colombiaplural.com/santos-tumaco-silencio-la-militarizacion/.
La compleja realidad de Tumaco al ser reconocida como la cocina de violencia y disputa territorial entre la guerrilla, los paramilitares y las bandas criminales, lo convierten en un laboratorio estratégico para intensificar la violencia a mediana y gran escala o por el contrario como una región ejemplo de construcción de paz desde abajo. Parte de esta situación responde al ser el municipio con más cultivos de coca del país, esto representa un ambiente estratégico para buscar acciones que puedan generar terror o criminalización de cualquier manera. Véase: http://especiales.semana.com/tumaco/capIntro.html.
Un aspecto que determina la creación de laboratorios de violencia en esta región tiene que ver con asuntos como el desempleo absoluto, al menos 100.000 jóvenes están en el diario vivir del rebusque, la debilidad institucional que contribuye a fomentar una cultura del dinero fácil y prácticas mafiosas al servicio de la corrupción, son eslabones de la ilegalidad en el puerto.
Así pues, este lugar representa la oportunidad de avanzar en la senda de un posacuerdo si existiera voluntad política que permitiera impulsar “otra” forma de desarrollo, el empoderamiento de las comunidades y un diálogo horizontal entre las instituciones y los actores que conviven en el municipio. Véase: http://www.semana.com/on-line/multimedia/especial-viaje-al-corazon-de-tumaco/525137.
Del mismo modo, esto facilitaría una mayor interacción de un territorio eminentemente ribereño, alrededor de las 300 veredas que configuran el plano territorial del puerto, una de las razones que posibilitan la acción estratégica del narcotráfico, las actividades de vendedores de microtráfico en los barrios, pero en especial la conexión de lancheros con capos encargados de realizar los cargamentos destinados para Centroamérica y México. Sencillamente, una actividad que rompe con las fronteras y fortalece la cultural de la violencia en todas sus dimensiones.
En estos momentos, el panorama en Colombia no es el mejor cuando tenemos al lado un momento electoral donde la paz se encuentra en juego por la posición radical, parcial o acomodada de los candidatos presidenciales y las bancadas al Congreso, en particular cuando la concentración de la guerrilla de las Farc dejó un vacío armado y de poder en la región, que no han podido solventar las instituciones, las fuerzas militares y las organizaciones sociales –civiles. Sumado a esto la fuerza territorial de las bandas criminales en los barrios, veredas y comunas están fomentando un ambiente de terror, es decir, la cultura de la violencia no cesa, mientras el gobierno persiste en apostar por un modelo de paz desde arriba (las élites políticas, culturales, económicas y sociales) dejando por fuera las comunidades provenientes de abajo.
http://josecaperafigueroa.blogspot.mx/
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