PUBLICIDAD
Algunos pueden interpretarlo como la posibilidad de tener mayor bienestar, salud, solvencia económica, unión familiar, empleo estable, promoción en el trabajo, viajes, seguridad y tranquilidad. Para otros, tener alimento, techo y un pequeño ingreso, y muchos otros significados pudieran encontrarse.
De todos modos, al finalizar el año surge un clima propicio para desear que cuanto viene sea mejor. Pero, con frecuencia queda la impresión de que ese deseo no va acompañado de reflexión sobre la imperiosa necesidad de que cada quien aplique esfuerzos para lograrlo. Por ello, es recomendable hacer un balance sincero de nuestro desempeño en el año que termina; acaso tuviéramos que reconocer que hay cosas que dejamos de hacer y otras que no debimos hacer porque con ellas, así sea en materia leve, nos causamos daño o se lo hicimos a otros. Y no requiere confesarnos ante otros, ni darnos golpes de pecho, sólo reconocerlo para nosotros mismos, es la única forma de mejorar.
Ayuda mucho si asimilamos que cada persona es parte de un conjunto, de una familia, de una pareja, del vecindario, de la ciudad, del departamento, del país y del planeta mismo, y que cuanto hace o deja de hacer impacta al resto. Si arrojamos basura en cualquier parte, si desperdiciamos el agua o los alimentos, si agredimos a otros seres: personas, animales o elementos de la naturaleza, si no pagamos el precio justo, si mentimos, engañamos o nos apropiamos de lo que no es nuestro, si acumulamos envidia, odio o rencor contra otros, si no cuidamos nuestra salud ni la de la familia, si no nos vacunamos; si irrespetamos las señales de tránsito, si conducimos embriagados, si menospreciamos a quienes tienen menos, si no ayudamos a los desvalidos, si no somos solidarios ni compasivos, si nos abstenemos de votar en las elecciones o lo hacemos por personas inadecuadas por desinformación o en trueque por prebendas insignificantes, etc., estaremos impactando al conjunto y haciendo que el entorno sea menos grato, inclusive infeliz.
Alguien podría pensar que no es para tanto, que sus fallas son insignificantes y no tienen mayor incidencia, pero está equivocado, porque muchas pequeñas faltas pueden conformar un gran acumulado que se convierte en problemas difíciles de resolver, hasta configurar un estado caótico que hace infeliz a muchos, incluyéndonos a nosotros mismos y a quienes amamos. Aquí mencionar la famosa teoría física propuesta por el matemático y meteorólogo Edward Lorenz, conocida como el “Efecto mariposa” que, simplificando, hace referencia al hecho de que la existencia de una acción o situación determinada, por pequeña que ella sea, puede provocar una serie de situaciones o acciones sucesivas que terminan generando un efecto caótico que no parece corresponderse con la situación o elemento que lo empezó. Ella reconoce el proverbio chino que señala que «El aleteo de las alas de una mariposa puede impactar al otro lado del mundo».
Aceptemos que nadie es perfecto, y sin subestimar el impacto de nuestras fallas, por acción u omisión, revisemos nuestro comportamiento, si es útil pidiendo ayuda a alguien de extrema confianza para identificarlas, con el fin de encontrar “oportunidades de mejora”. Entonces formulemos un “propósito de enmienda” que nos permita convertirnos en mejores seres humanos. Si cada persona acepta el reto de aportar lo máximo a su alcance, podemos lograr que el 2022 sea realmente un mejor año. Usted lo merece y también su familia, el país y este planeta. Feliz Año Nuevo.
Comentarios